Karzai pide a Bono que las tropas de la OTAN sigan ocho años más
El ministro viaja a Afganistán con miembros del Congreso y el Senado
El presidente interino de Afganistán, Hamid Karzai, pidió ayer al ministro de Defensa español, José Bono, que las tropas de la OTAN permanezcan en su país durante ocho años más. A sólo nueve días de las primeras elecciones presidenciales afganas, la petición de Karzai, claro favorito a revalidar el cargo, evidencia su escasa confianza en controlar a medio plazo un país donde los señores de la guerra siguen campando a sus anchas.
Karzai formuló esta demanda a Bono durante la audiencia que le concedió en el Palacio Presidencial de Kabul, al inicio de la visita de ocho horas que efectuó el ministro español a Afganistán.Bono explicó que España mantiene su compromiso con la estabilidad del país, donde hay tropas españolas desde el año 2002, pero advirtió de que el batallón de 500 soldados enviado para garantizar la seguridad de los comicios del 9 de octubre se marchará una vez que concluya el recuento de votos y de ninguna manera regresará con motivo de las elecciones legislativas, previstas para abril del año próximo.
A partir del próximo mes quedará en Afganistán un contingente 540 militares españoles, adscritos a un hospital con sus correspondientes unidades de protección y apoyo logístico, todos ellos en Kabul. La permanencia de este equipo se revisará cada seis meses, en función de las circunstancias.
El ministro reconoció que las condiciones en que van a celebrarse las elecciones no son homologables a los parámetros europeos, con milicias irregulares más potentes que el incipiente ejército nacional y un clima de inseguridad que ha llevado a las organizaciones internacionales a renunciar al envío de observadores, pero señaló que "el proceso está pensado para que se celebre en estas circunstancias, porque no celebrarlo las agravaría". Bono recordó que las elecciones tienen enemigos en Afganistán, en alusión a los reductos del régimen talibán, que intentan frustrar el proceso y argumentó que, precisamente por eso, "se deben celebrar más que nunca".
Bono viajó a Afganistán acompañado por una plural representación de las comisiones de Defensa de las dos cámaras, en la que había miembros de todos los partidos, desde Iñaki Anasagasti, del PNV, hasta Ignacio Cosidó, del PP. El ministro les agradeció que hubieran querido acompañarle en un viaje, no precisamente cómodo, para mostrar su apoyo a los 1.040 soldados españoles desplegados en Afganistán, al margen de la valoración política que cada uno tenga sobre la misión. La delegación se trasladó hasta Manás (Kirguizistán) en un Airbus de la Fuerza Aérea y luego se adentró en Afganistán en dos Hércules de transporte, que la llevaron primero a Kabul y luego a Mazar-i-Sharif, más de 400 kilómetros al norte.
El ministro almorzó en el campamento Ortiz de Zárate, que ocupa unas tres hectáreas junto a la base británica y el hospital jordano, contiguo al aeropuerto.
Los 500 soldados de la III Bandera Paracaidista, entre ellos 90 iberoamericanos, viven desde hace un mes en tiendas de campaña sobre un erial donde la unidad de desminado desenterró medio millar de artefactos explosivos. "No estáis solos", les dijo Bono, después de transmitirles un efusivo saludo del Rey y de recordar que, a diferencia de lo que sucedió en Irak, España forma parte de una coalición de más de 30 naciones. "Lo que chocan no son las civilizaciones", agregó, en la estela del discurso del presidente Rodríguez Zapatero en Naciones Unidas, "sino los fanáticos de ambas partes".
En teoría, la zona donde está el batallón español es tranquila. Tan tranquila como un barril de pólvora mientras no salte una chispa, en palabras de un militar. Se trata de un área en disputa entre las milicias del general Rashid Dostum, caudillo uzbeco y candidato presidencial, y de Mohamed Atta, gobernador de la provincia, de etnia tayika.
Bono tuvo ocasión de comprobar ayer los medios con que cuenta el batallón si la situación empeorase: morteros de 81 milímetros y misiles contracarro TOW. Además, tres secciones con 30 soldados cada una, adiestradas y equipadas con material antidisturbios para hacer frente a tumultos, "siempre que no nos ataquen con armas de fuego", matiza un oficial.
El pasado jueves se produjo un ataque con morteros -con un saldo de cinco heridos- contra la sede del equipo de reconstrucción provincial de Kunduz, que se encuentra bajo responsabilidad alemana y está ubicado a 160 kilómetros al este de Mazar-i-Sharif, dentro del área de despliegue del batallón español. De repetirse en los próximos días, el general Jean Louis Py, jefe del Eurocuerpo, podría ordenar que los españoles acudan en su auxilio, ya que el batallón ha sido declarado plenamente operativo.
Homenaje a los muertos del Yak-42
Si la entrevista con Karzai, de media hora de duración, fue el momento políticamente más importante de la visita, el más emotivo fue el homenaje celebrado en la base Warehouse, a las afueras de Kabul, a los militares muertos en el accidente del Yak-42 cuando, el 26 de mayo de 2003, regresaban de Afganistán.
Bono y el jefe de la cúpula militar, el general de Ejército Félix Sanz, colocaron una corona de laurel de plástico -las flores naturales son un exotismo aquí- ante un monumento que representa un castillo, símbolo del arma de Ingenieros, a la que pertenecían la mayoría de los fallecidos, al que le faltan 62 ladrillos,uno por cada muerto.
"Cualquier palabra sería torpe para expresar lo que siento, pero nadie muere del todo mientras no se le olvida, y ellos siguen vivos en la memoria de sus compañeros y, desde luego, de este ministro", afirmó.
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