Del polígono industrial al campo de golf
En el vertiginoso proceso de urbanización en el que se encuentra actualmente el País Valencià, especialmente en la primera y segunda franja costera, llama la atención el hecho de que nuestros pueblos y ciudades apuntan hacia un cambio que lleva del modelo industrializador del territorio, al modelo del turismo residencial. Se trata de un proceso histórico reciente con dos fases que yo sintetizaría en la idea de partida de estas notas reflexivas: del polígono industrial al campo de golf. Un proceso que nos lleva a un horizonte de un todo litoral urbanizado según el modelo californiano, del cual ya huyen muchos de sus ciudadanos.
Durante la década de los años sesenta y setenta del pasado siglo, el monocultivo económico industrial en gran parte de nuestro territorio llevó a la aparición de polígonos industriales en muchos de los municipios litorales. Evidentemente, a costa de tierras de gran fertilidad. Junto a la aparición de los edificios industriales, con sus formas arquitectónicas tercermundistas y sin infraestruturas de servicios, el flujo migratorio trajo consigo el complemento urbanístico con la construcción de grandes barriadas despersonalizadas conocidas como barrios dormitorio. Junto al sector económico industrial, el turismo de sol y playa iba urbanizando la costa con grandes bloques de apartamentos impersonales por su estética, materiales y volúmenes. El turismo se encargaba de la franja estricta litoral. La industria consumía espacio en la segunda franja costera. Y los dos sectores económicos se complementaban en la ocupación del suelo, en la despersonalización de los paisajes tradicionales y en la generación de desequilibrios ambientales.
El orgullo económico de nuestros ayuntamientos no dependientes del turismo de sol y playa fue, hasta no hace muchos años, la recalificación del suelo para alojar polígonos industriales y espacios residenciales para los futuros trabajadores del sector. De ordenación del territorio y de planificación urbanística ni se hablaba ni se debatía en foro alguno. Quizá el mejor ejemplo del país por lo que se refiere a la ausencia de ordenación territorial la tengamos en el Área Metropolitana de València, donde a lo largo de los años sesenta y setenta cada municipio aspiró a su particular polígono industrial. La mayor parte de ellos lo consiguieron, pero ninguno planificado con el municipio vecino, hecho éste que llevó a una dispersión de las instalaciones industriales que provocó una perversa ocupación de huerta, una proliferación negativa de accesos viarios y una dispersión de vertidos de aguas contaminantes que todavía hoy sufrimos y que ha llevado a L'Albufera, entre otros graves problemas, a un estado de sus aguas fuertemente degradado.
Llegados al nuevo milenio, en un segundo proceso de reurbanización (sin ordenación territorial de nuevo), llama la atención un fenómeno vinculado al sector económico de la construcción pero que ya no tiene en el esquema polígono industrial-espacios residenciales para los obreros, su pilar fundamental. Aunque se siguen construyendo polígonos industriales y espacios residenciales a ellos vinculados. El nuevo esquema sustentador de las nuevas economías es: campos de golf-espacios residenciales de segunda y primera residencia, en forma de adosados en unidades masivas que vinculan la venta de dichas viviendas a la existencia de dichos campos de golf.
Entramos de esta manera en el monocultivo de los espacios residenciales vinculados a nuestro clima y turismo litoral. Con ello iniciamos un modelo urbanizador que se solapa en el tiempo con el industrial, pero restándole espacios e inversiones, dada la deslocalización industrial que a escala europea se está produciendo con las nuevas incorporaciones de países del Este.
Ahora, nuestros ayuntamientos -y no necesariamente los más cercanos al litoral-, creen haber resuelto sus perspectivas económicas de futuro con la oferta de campos de golf y viviendas asociadas a él. Primeras y segundas residencias que surgen como hongos a la largo de todo el territorio valenciano, ofertadas masivamente a los ciudadanos del norte de la Europa con mayor poder adquisitivo, ya sea con finalidad turística o como residencia habitual para su jubilación. Y estas zonas residenciales surgen también sin la oferta del campo de golf como atractivo complementario y espacio ajardinado central y privado. El listado de las nuevas zonas a urbanizar vinculadas más o menos directamente con este nueva oferta residencial de campo de golf-urbanización, es ya, a fecha de hoy espeluznante, sobre todo por el modelo territorial que proyecta en el futuro más inmediato: Rotova-Alfauir (urbanización de nuevas vivendas y campo de golf); Elche (19.000 nuevas viviendas); Ondara (2.000 viviendas y campo de golf), Carcaixent (nueva urbanización en su montaña y campo de golf); Cullera (33 torres de 25 alturas y dos hoteles de 45 plantas); Sant Joan d'Alacant (urbanización para 30.000 personas); Pinedo (350 nuevas viviendas sobre suelo protegido del parque natural de L'Albufera); Vistabella del Maestrat (120 adosados sobre el Pla de Vistabella); Naquera (nuevas urbanizaciones para más de 10.000 personas); Vall de Gallinera (urbanización con 2.000 viviendas, de momento paralizada); Guadalest (2.000 nuevas viviendas); Altea (nueva urbanización y campo de golf); Torrevieja (creación de 500.000 nuevas plazas de alojamiento turístico); Càrcer (2.000 viviendas y campo de golf); 2.000.000 de metros cuadrados en nuevas urbanizaciones en Cabanes-Torreblanca vinculadas a un parque de ocio y el aeropuerto de Castellón auspiciado por Carlos Fabra; ampliación urbana de Marina d'Or en Oropesa... Pero hay que acercarse al área metropolitana de Valencia para comprender la magnitud de este nuevo proceso urbanizador: en El Puig, el Ayuntamiento cede suelo casi gratuito para su urbanización, en Sedaví (viviendas para 8.000 personas con torres de 15 alturas)... Grandes centros comerciales han aparecido los últimos años consumiendo miles de metros cuadrados de espacio vital para no perder calidad de vida la comarca (Kinepolis, Bonaire...). En Paterna está ya en fase de ejecución la urbanización de sus secanos para dar cobijo a cerca de 200.000 personas. El resto de municipios de la comarca de l'Horta se encuentran en procesos parecidos. El suelo urbanizado que estudié en mi tesis doctoral hace 10 años, ha aumentado de manera espectacular haciendo irreconocible para mí muchos de los entornos urbanos. Miles y miles de nuevas viviendas en horizontal han cubierto nuevas hectáreas de huerta, que junto con los nuevos viarios para acceder a ellas, están acelerando su desaparición.
Este nuevo proceso urbanizador no se limita a zonas concretas del país, es generalizado. Es por ello que no sólo se va a convertir la comarca de l'Horta de Valencia en un continuo urbano si no que lo hará también el resto de tierras litorales valencianas, y muchas de ellas cercanas a él. El cambio del modelo de la economía del polígono industrial, al modelo del campo de golf, basado en la construcción para ofertar viviendas cerca del mar y con buen clima, es ya un hecho que vulnera las reglas del juego democrático más elemental (ver cómo se aplica la LRAU), y no cuenta para nada con la opinión de la sociedad valenciana, ni respeta nuestros paisajes rurales tradicionales y pone en peligro inminente lo que queda de nuestro ya maltrecho medio ambiente. ¡Hacia la California de Europa sin remisión! ¿Huiremos también nosotros?
Paco Tortosa es doctor en Geografía.
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