El horror contemporáneo
Dos hombres conversan frente al mar. Les hemos seguido durante hora y media, sabemos de sus miedos, y aunque nadie nos ha dicho por qué están amenazados, ni el nombre de quién les amenaza, poco importa: estamos en el país que estamos, cualquiera puede estar en su situación y no es otra que ETA la que los condena por no plegarse a sus condiciones. "¿A quién crees que le tocará antes?", pregunta uno al otro. Y la fuerza terrible de la pregunta sacude al espectador con tal ímpetu que le hace olvidar incluso la preparación un tanto ortopédica de la secuencia. Porque el espectador intuye, sabe que más allá de imperfecciones de puesta en escena, esa pregunta se la deben hacer ellos mismos unas cuantas veces a lo largo del día.
PERSEGUIDOS
Dirección: Eterio Ortega. Intérpretes: Patxi Elola, José Luis Vela, Marisa Beraza, Javier Alonso, Lourdes Aguirrezabala, Pablo Elola. Género: documental. España, 2004. Duración: 85 minutos.
De eso justamente habla Perseguidos, el último documental de Eterio Ortega Santillana, que lleva ya muchos en su haber, por más que el cinéfilo de a pie le identifique sólo con el más famoso, Asesinato en febrero, no por casualidad una producción de Elías Querejeta (quien aquí firma igualmente el guión). Del horror, del intento de exclusión social que supone el estar en cualquiera de las listas que confeccionan los terroristas. De hombres y mujeres que viven amenazados y que son perennemente seguidos por esas sombras protectoras que son los escoltas. De gentes que jamás mataron a nadie y que no aceptan doblegarse. De héroes de nuestro convulso tiempo.
Dos perseguidos, José Luis Vela y Patxi Elola, y varios escoltas son quienes dan cuerpo, voz y sentido al filme. Y por sus imágenes desfilan los miedos más íntimos, las certezas más absolutas, aunque en ocasiones alguna de ellas nos erice la piel, como cuando Elola confiesa que él no puede enseñar a su hijo otra cosa que un mundo dividido entre buenos y malos, y que no puede sofrenar su carácter impulsivo al hablar de sus convicciones.
Y en ese desfile se deslizan todas las contradicciones de unas vidas amputadas, de unos ciudadanos que intentan como pueden seguir con lo suyo, aunque tan difícil se les haga. Desde la tremenda confesión de un escolta que reconoce que el hombre al que protege no le tiene ninguna simpatía, hasta la imposibilidad de tener una relación normal con una persona a la que probablemente le deben la vida... páginas del libro del terror contemporáneo que tanto deseamos poder pasar. Es un deber darlas a conocer, un deber que asumen Querejeta y Ortega con tanta valentía como la de sus entrevistados. Y el nuestro debe ser el acercarnos al filme, de asumirlo, de solidarizarnos.
Babelia
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