La fiesta arranca con el impulso de la música de los centros cívicos

La música ya está sonando. Comenzó a hacerlo ayer por la tarde en la plaza de Catalunya, en el centro de la ciudad, donde marcan los cánones. La Mercè de 2004 dio sus primeros pasos arropada por el público que se arracimó frente al escenario Mostra, alimentado por el esfuerzo colectivo de centros cívicos y asociaciones de diversa orientación y finalidad. Allí se presentó el disco Músiques urbanes + a prop, un esfuerzo de los cinco centros que desarrollan programas específicos de música en la ciudad (La Bàscula, Basses, Boca Nord, Garcilaso y Convent de Sant Agustí). Estos centros organizaron una programación que fue la encargada de abrir las fiestas en lo que a música respecta.

De esta forma, cuando aún era de día y en los bares de las inmediaciones los bocadillos todavía no se amontonaban en las barras esperando a los hambrientos, el barcelonés Fernando Lagreca ya estaba ofreciendo un directo de electrónica amable. Lo fue tanto que los perroflauta que por allí andaban con perros, tambores, pearcing, camisetas raídas, rastas y cervezas de litro no llegaron ni a inquietarse. Sus perros se siguieron rascando y ellos continuaron viviendo ajenos a todo. Más tarde The Linn Youki Project deparó una excelente actuación de música para dos bajos, batería, trompeta y unas excelentes proyecciones. Se le llama post-rock, pero es música paisajista que prende. A secas. Luego estaban previstas en el mismo escenario las actuaciones de Che Sudaka y Soma Raza, bandas de perfil más festivo y de fusión. Con posterioridad, y ya en el escenario central de la misma plaza de Catalunya, las estrellas serían La Mala y su hip-hop de temple meridional, y Macaco con su música mestiza.