Compañeros de clase sin salir de casa

La jiennense Mari Carmen Lara tiene 33 años y este año comienza tercero de Educación Secundaria Obligatoria. La parálisis cerebral que sufre le impidió en su día acudir a clase y aprendió a leer en su casa. Por su parte, el cordobés Félix del Río, también paralítico cerebral y de 42 años, se enfrenta al último curso que le permitirá obtener su título de la enseñanza obligatoria. Ambos son alumnos del Instituto de Educación de Adultos de Jaén que, desde el curso 2000-2001, es el encargado de dirigir un proyecto pionero de formación a distancia para discapacitados físicos, puesto en marcha por las Consejerías de Educación e Igualdad.

Tanto Mari Carmen como Félix asisten a clase desde sus casas y han cambiado los libros y el bolígrafo por el ordenador conectado a Internet y los CD ROM donde se recogen los contenidos de todas las asignaturas. La comunicación con sus siete profesores, uno para cada materia, es siempre a través del correo electrónico. "Al principio tenía miedo porque no sabía nada de ordenadores ni de Internet pero ahora no tengo ningún problema y soy una experta del chateo en el canal Discapacitados muy válidos y amigos en hotmail.com", explica Mari Carmen, a quien una amiga describe como "una hormiguita muy trabajadora y constante".

Félix estudia "por gusto" y no quiere que le traten ni como a un "héroe" ni tampoco como a un "pobre desgraciado". Además de preparar sus clases, también es coautor de un cómic cuyo protagonista es Manolo Carro Muleto, un paralítico cerebral que enseña cómo tratar a personas que padecen algún tipo de discapacidad. Este hombre es consciente de que la formación que está recibiendo ahora no basta para poder encontrar un trabajo. "La cosa está muy negra para la gente como yo, y los que padecemos un mayor grado de discapacidad somos los que menos ayudas recibimos", explica Félix, que se hace entender con la ayuda de un abecedario de letras y expresiones ya hechas.

Pilar Álvarez es la tutora general y señala que este año hay matriculados un total de 48 discapacitados procedentes de todas las provincias andaluzas, excepto de Huelva. "Se trata de una experiencia muy gratificante porque a muchos alumnos le sirve para romper con la soledad que le impone su discapacidad". Álvarez indica que el problema más importante al que se enfrentan los profesores es el de los perfiles del alumnado. "Cada uno posee una discapacidad diferente, ya sea visual, auditiva o motora, que le impone unos límites. Por eso las adaptaciones curriculares y las de los instrumentos informáticos son muy personales", subraya Álvarez, al tiempo que destaca que tanto profesores como alumnado sienten que existe un gran vínculo a pesar de la distancia física que los separa. Otro de los temas más espinosos es de la evaluación. "Pensamos en una webcam para controlar a los estudiantes, pero al final nos trasladamos hasta las sedes de Granada, Sevilla y Córdoba. Ellos acuden ayudados por las asociaciones de discapacitados físicos, que también son un pilar importante del programa", reconoce Pilar.