Pintores y escultores dan los últimos retoques a las obras de la I Bienal de Arte Contemporáneo
Instalaciones, fotografías y vídeos llenan el Monasterio de la Cartuja de Sevilla
La I Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla (BIACS) calienta motores. El 1 de octubre, fecha de la inauguración, se acerca. Artistas y técnicos trabajan con la mirada puesta en el reloj en los últimos retoques en el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Todavía está pendiente la instalación de algunas de las obras más notables de este acontecimiento cultural. La directora gerente de la BIACS, Juana de Aizpuru, encabezó ayer una visita de los medios de comunicación para observar los últimos trabajos de montaje de las obras.
La BIACS, que se desarrollará hasta el 5 de diciembre, reúne instalaciones, fotografías, esculturas, pinturas, vídeos, performances, net art... Su objetivo es convertir a Sevilla durante el otoño en el epicentro mundial de la creación contemporánea.
Muchos de los artistas trabajaban ayer bajo un sol intenso en el montaje de sus obras. La japonesa Chiharu Shiota se afanaba en una "instalación performance con camas y ventanas de construcciones antiguas". Aizpuru recordó que Shiota, que reside en Berlín, "ha hecho un cerramiento con muros hasta arriba y con ventanas". "A través de las ventanas se verá el exterior. A cada lado de los muros hay 12 camas de hospital", agregó la directora.
"Y 24 chicas estarán tumbadas en las camas el día de la inauguración. Serán 24 chicas que dormirán en viejas camas de hospital, pero entre plantas y en este ambiente de libertad y belleza... Es como el sueño que podría tener un enfermo de hospital con camas viejas. Las 24 chicas, que son voluntarias, estarán acostaditas", reiteró Aizpuru tras dejar a Shiota, que, muy tímida, apenas musitó unas palabras de cortesía ante los visitantes.
Don Quijote y Sancho
La directora gerente de la BIACS mostró asimismo al grupo de periodistas un vídeo en el que dos actores encarnaban a Don Quijote y Sancho Panza vestidos de ejecutivos. "Ambos preguntan por dónde se va a la Tate Modern de Londres porque quieren ser modernos y entrar en la modernidad", ironizó Aizpuru.
En una de las antiguas huertas de los frailes trabajaba muy metido en sí el pintor costarricense Federico Herrero, que daba pinceladas de colores a la pared. "Parto de una arquitectura específica y eso lo utilizo. Me fijo en elementos de arquitectura del lugar. No traigo una idea preconcebida. Utilizo objetos y manchas que están en la pared. De ahí parte una manera de pintar que es más espontánea", comentó el artista centroamericano. "Más que expresar algo me interesa utilizar una arquitectura, que, en este caso, es la de uno de los lugares más frescos. Me interesa crear un espacio de paz y descanso donde la gente sienta una fluidez con el color", añadió Herrero.
Unas fotografías de Cristina García Rodero destacaban en otra de las salas. "Es una serie de fotos del desierto de Arizona. La gente va desnuda. Salen personas que se desmadran, hacen lo que quieren, saltan, bailan... Parece un paseo de primates porque se untan de arena", dijo Aizpuru mientras señalaba una de las imágenes.
En otra de las salas se levantaban unas esculturas de madera del italiano Sarenco. Réplicas de Sadam Husein, una terrorista chechena y el ex dictador de Uganda Idi Amin daban al lugar un aire amenazante.
La pista de skateboard del luxemburgués Michael Majerus es uno de los platos fuertes de la Bienal. Aizpuru garantizó que el día de la inauguración "habrá una exhibición de un campeón que montará en bicicleta sobre la pista durante 10 minutos". La visión de esta superficie, con sus inscripciones llenas de color, fue un buen colofón de la visita.
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