La endogamia amenaza al alimoche
El guirre, nombre guanche con que se denomina al alimoche en Canarias, es una de las aves rapaces carroñeras más amenazadas de España y en la revisión del Libro Rojo de los vertebrados se propone reclasificarlo en la categoría más alarmante de todas: En Peligro Crítico. Para que no desaparezca, la UE (Life-Naturaleza), el Cabildo Insular de Fuerteventura, el Gobierno de Canarias y la empresa Unelco-Endesa han puesto en marcha un proyecto de 830.000 euros para los próximos cuatro años.
Los estudios realizados por un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD), del CSIC, desde el año 2000 descubrieron una subespecie sedentaria diferenciada del alimoche común por características morfológicas: por ser de mayor tamaño (un 18% más grandes), y especialmente por sus diferencias genéticas, lo que, entre otras cosas, le ha supuesto añadir un nuevo apellido en su nombre científico majorensis.
El deterioro genético es una de las amenazas menos conocidas y más peligrosas
Pero la situación de este ave aislada en el archipiélago canario, Neophron percnopterus majorensis, cuyo último refugio es la isla de Fuerteventura, salvo un par de parejas que crían en Lanzarote y los islotes aledaños, ha empeorado gravemente. Desde el año 2001 se ha cuantificado la desaparición de más de 35 ejemplares, algo más del 20% de toda la población. De los 150 individuos, con aproximadamente 30 parejas reproductoras, murieron siete ejemplares por cebos envenenados -con plaguicidas- en menos de un mes la pasada primavera.
Otra amenaza son los accidentes en las líneas eléctricas (colisión, electrocución y enganche). Aunque se han empezado a aplicar medidas correctoras en diversos tramos de cables de alta tensión, éstas han resultado insuficientes. Tampoco se libra el alimoche majorensis de la contaminación por metales pesados, concretamente el plomo, que los guirres ingieren al alimentarse de pequeñas presas de caza no cobradas y llenas de perdigones. La perdida de hábitat es otro de los calvarios para esta especie.
El guirre fue muy abundante en Canarias, pero el pasado siglo se extinguió en la mayoría de sus islas. La disminución de la población ha traído como consecuencia la baja variabilidad genética y el posible deterioro por endogamia, un factor que estudiado por el Laboratorio de Ecología Molecular de la EBD.
Este deterioro genético es una de las amenazas menos conocidas y potencialmente más importante, según Laura Gangoso, experta en este ave e investigadora de la EBD. Para frenar esta carrera hacia la extinción en las islas orientales se va a realizar el nuevo proyecto en colaboración con la UE, coordinado por José Antonio Donázar, investigador del EBD.
Según Gangoso, los efectos de la endogamia son difíciles de cuantificar y dependen de muchos factores, pero se sabe que afecta tanto a la supervivencia como a la reproducción. En el primer caso, los individuos endogámicos pueden perder la capacidad de respuesta ante cambios ambientales, y ser más susceptibles a enfermedades, contaminantes, predación, etcétera. La endogamia incide sobre la fertilidad de los individuos y la supervivencia de la prole.
La baja variabilidad genética también se traduce en una disminución de la tasa de crecimiento y aumento de la probabilidad de extinción de pequeñas poblaciones. "Por ello el Laboratorio de Ecología Molecular trabaja en la búsqueda de fragmentos largos de ADN para localizar zonas variables que permitan establecer relaciones de parentesco entre los individuos, y ver si dos individuos son más parecidos entre sí de lo que cabría esperar por cruzamientos al azar", explica Gangoso. Por otro lado, añade, se está tratando de determinar cuál era la variabilidad original de la población por comparación de muestras actuales con otras procedentes de pieles de museos y de restos fósiles de alimoches canarios.
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