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Universidad y empresa

Los recientes cambios producidos en el Gobierno español y en el Gobierno Valenciano con la incorporación de dos rectores, Salvador Ordóñez y Justo Nieto, en tareas ejecutivas de los Gobiernos, ha vuelto a poner sobre el tapete la cuestión de las relaciones entre empresa y Universidad y de cómo el comportamiento y las relaciones entre ambas podría utilizarse en beneficio de la sociedad como un todo.

En ambos casos estamos ante personas con una larga trayectoria universitaria y unas relaciones fluidas con algunos sectores económicos por lo que no me cabe ninguna duda de que se ha tratado de incorporar a los Gobiernos precisamente este aspecto interconocimientos como clave de las nuevas propuestas futuras.

El reto es fácil desde el punto de vista expositivo: La globalización de la economía y la sociedad precisa de una continua introducción de los avances científicos en las empresas, los negocios, la enseñanza y el conocimiento. Las propuestas políticas de los diferentes partidos políticos pueden no diferir en este punto.

Desde el I+D al I+D+I o a los requerimientos de la incorporación de la competitividad a todas las tareas del Gobierno, a todos nos suenan estos conceptos y, al parecer, existe un raro consenso de que esto debe ser buscado por cualquier Gobierno. También es cierto que algunos gobernantes se han tomado este asunto con una cierta sorna, como el alcalde de Alicante que, paralelamente a destacar las excelencias de la informatización para la sociedad y de declarar que quien no conozca estas técnicas es y será un analfabeto... él se declara analfabeto.

Sin embargo, y hablando en serio, como dice un refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho. Una cosa es destacar e intuir que estas relaciones son importantes y claves y otra bien distinta transformar los deseos o las intuiciones en hechos.

El mundo de la Universidad o la empresa española tiene comportamientos bien diferentes a las emuladas empresas y Universidades estadounidenses que suelen ser utilizadas como modelos de las relaciones entre las empresas y las Universidades.

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La investigación, la docencia y, especialmente la carrera académica en España poco tienen que ver con la americana. No hay más que ver los presupuestos de ingresos de las Universidades españolas para comprobar que los procedentes de los contratos con las empresas privadas representan cantidades insignificantes sobre el total. El notable esfuerzo realizado en los últimos años por parte de las Administraciones Públicas para incentivar la investigación aplicada no puede dejar de ocultar el cierto fracaso existente sobre la mayor parte de las ramas del conocimiento en su traslado al sistema económico.

Y es que la empresa, las empresas, están en otra dinámica, en la mayor parte no coincidente, con lo que los programas de políticas públicas nos dicen.

Presumir de la gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que pueblan nuestras ciudades (y campos) tiene también su contrapartida. La participación de estas empresas en la investigación y desarrollo de nuevas innovaciones (debido a su tamaño) es muy baja y, por lo tanto, su vinculación con las Universidades suele ser bastante limitada. Soy de la opinión de que deberíamos ver también el fenómeno de las empresas a través de las denominados "Grupos de empresas", que nos permitirían ajustar nuestros análisis a la realidad, pero eso es un esfuerzo que dejo para otra ocasión. Lo que es cierto es que con sectores tradicionales, empresas de pequeño tamaño, alto porcentaje de subvenciones públicas a la investigación universitaria y grandes posibilidades de aplicar los avances de la investigación a otras empresas, difícilmente vamos a ver esta relación fortalecida en el futuro si no cambiamos el análisis.

Pero además, por si alguna de estas empresas o Departamentos o Institutos Universitarios, hubiese emprendido un programa a medio plazo de Investigación y Desarrollo para mejorar la competitividad en algún campo puede, al final, haberse perdido en los meandros de la Administración.

¿Sabe alguien por cuántos Departamentos han pasado las competencias en relación a la colaboración entre empresas y Universidades de la Generalitat Valenciana durante los últimos cuatro años? ¿Cree alguien que ésa es la mejor fórmula para pedir la colaboración entre la empresa y la Universidad?

Si no fuera porque el concepto de Pacto de Estado es un manido término que no nos resuelve nada, de tan manoseado y deteriorado como ha sido en los últimos años, creo que en este apartado sería necesario, pero como sé que eso es difícil, lo único que pediría es que se fuera muy prudente a la hora de analizar la realidad, impulsar políticas o anunciar cambios.

Cuando leo las declaraciones del nuevo Conseller de Empresa, Universidad y Ciencia, al mismo tiempo que en Elche se incendian las naves industriales con productos importados de China, hablando de "errores de manual" para explicar la actual crisis industrial valenciana, ya me veo al Molt Honorable President de la Generalitat buscando urgentemente el manual... para cambiar de nuevo al Conseller.

Martín Sevilla es catedrático de Economía Aplicada.

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