El Deportivo gana sin esperarlo
Un gol de Luque, en el tiempo de prolongación, desequilibra un partido condenado al empate
El Depor ganó en un suspiro final, casi un estertor, cuando más sufría, cuando parecía conformarse con un empate alocado ante un equipo tremendamente juvenil, apresurado. En el minuto 92 concluyó su depresión con un gol de Luque, cuando menos soñó con la victoria. La suerte es así. Y la mala suerte también.
¿Quien dijo miedo? Desde luego, Valverde no lo oyó. Ajeno a las elecciones presidenciales, a los sustos de la UEFA en Turquía, a los debates sobre las rotaciones, el técnico rojiblanco llamó a su muchachada y le encargó la tarea de batir a un deportivo enfermo, físicamente (por las lesiones), psicológicamente, ninguneado por su ausencia de fichajes. Chiquito, pero matón, Valverde eludió el debate estéril de las rotaciones y optó directamente por la revolución. Iraola, Murillo, Bordas, Jonan García, Angulo, algo así como el Athletic del cercano futuro puesto en escena para un pase público, a modo de prueba frente a un Deportivo no viejo (28 años de media frente a 23 de los rojiblancos).
ATHLETIC 1 - DEPORTIVO 2
Athletic: Aranzubia; Iraola, Murillo, Karanka, Del Horno; Bordas (Tiko, m. 45), Orbaiz; Etxeberria, Jonan García (Arriaga, m. 71), Angulo (Javi González (m. 63); y Urzaiz.
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, César, Andrade, Capdevila; Scaloni, Sergio; Munitis (Romero, m. 77), Valerón, Fran (Luque, m. 62); y Pandiani (Héctor, m 79).
Goles: 1-0. M. 54. Balón en profundidad de
Jonan García a Iraola que bate a Molina de tiro cruzado.
1-1. M. 55. Centro desde la izquierda de Capdevila que cabecea Pandiani tras un fallo clamoroso de Aranzubia que se queda a media salida.
1-2. M. 92. Pase de la muerte de Romero que Luque empuja a la red.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Tiko, Scaloni y Murillo.
Unos 28.000 espectadores en el estadio de San Mamés.
Decía Julio Caro Baroja que la pasión por la juventud era un invento de los grandes almacenes, por su espíritu consumista, frente al escaso poder comercial de la vejez, perdida por el bolsillo. Y, claro, la juventud tiene ese punto de borbotón, no exento de apresuraremiento al que no fue ajeno el Athletic. El ejemplo era Jonan García, un chico que tiende a pisar el acelerador y tropezar habitualmente con los bordillos. Tiene más fútbol del que aparenta pero lo quiere hacer tan rápido que el accidente que le ponen multa con asiduidad por la perdida continua del balón. Cuando para, piensa y ejecuta es otra cosa. A Angulo le pasa lo contrario, por no tropezar tendía a esconderse en su debú y mostrar su zurda con cuentagotas, como si de un botìn escaso se tratase. De Angulo salió la primera jugada emocionante de la noche. Un centro de 40 metros que empalmó Iraola con suavidad, con la elegancia que reclama un centro violento para llevarlo a la red. Pero tropezó con la manopla de Molina en un acto reflejo, de esos que acreditan a los buenos porteros. De los pies de Jonan García surgió un pase inteligente, en cuanto se calmó, que acabó en los pies de Iraola y de ahí a la red en un santiamén. Entre una cosa y otra, el Deportivo se había adueñado del partido gracias a la inteligencia de Sergio y la habilidad de Munitis, un futbolista al que San Mamés siempre se le ha dado bien. Frente al borbotón rojiblanco, Munitis buscó la picardía y Sergio el compás para lidiar un toro complicado.
Pero el gol fue rojiblanco, creado y resuelto por la muchachada en un momento de inspiración. Era su partido. Los veteranos tenían un papel secundario, salvo Urzaiz, condenado a una defensa efectivísima en las jugadas a balón parado. Pero la juventud tiene sus cosas. Y la parte negativa le correspondió al más experimentado de los jóvenes, el portero Aranzubia que, fiel a los errores observados en Turquía, se tragó un centro de Capdevila, previsible desde que salió de sus botas, y Pandiani, agradecido con los regalos, lo mandó a la red. No habían pasado ni dos minutos desde que Iraola había estrenado el marcador y el mazazo fue tan sorprendente como justo. El Depor, justito, ajeno a sus pasadas glorias, había mantenido el tipo y el balón, sin conseguir, no obstante, superar la imagen de equipo mediano, pero aseado. El empate parecía saciarle. Conseguido el objetivo, el Athletic le encajonó en cu campo, luego en su área y luego contra el reloj por más que Irureta trataba de refrescar a un equipo con la mentalidad baja.
Y así el partido murió como nació: alocado, intenso, impredecible. Tanto que Tiko incluso remató al larguero en el minuto 89 y Luque selló la victoria en la prolongación cuando no pasaba nada y se pensaba en la ducha.
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