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Reportaje:REPORTAJE

La imperceptible onda española en el Magreb

Alí Abijou, de 33 años, un periodista tetuaní ahora afincado en Tánger, empezó a aprender el español viendo TVE a mediados de los años setenta. "Fue mi primer maestro y el de todos mis hermanos", recuerda. "Después, en la escuela, ya estudié la gramática".

Al tiempo que aprendía el idioma iba absorbiendo cultura política española. Tiene vagos recuerdos de las imágenes que difundió la televisión con motivo de la muerte de Franco. Rememora mucho mejor la información que dio durante la intentona golpista del coronel Tejero.

Los niños que nacen ahora en el norte de Marruecos no se empaparán como Alí de la cultura de su vecino septentrional. En la cafetería Mimoun de Alhucemas, por ejemplo, hace mucho tiempo ya que no captan las cadenas españolas. La televisión del local sintoniza, excepto cuando desde España se retransmiten partidos de fútbol, los canales árabes generalistas, como la libanesa LBC o la egipcia ESC, o las de noticias, como la famosa Al Yazira.

Hace 10 años, cuando apenas existían antenas parabólicas, el 40% de los rifeños veía las televisiones españolas. Ahora sólo las sigue el 15%
El 73% de la población de Casablanca y Rabat, las dos mayores ciudades de Marruecos, sintoniza ahora la emisora de radio norteamericana Sawa

Hace todavía diez años, cuando apenas existían las antenas parabólicas, "el 40% de los seis millones de marroquíes" que residen en el antiguo protectorado español "veían con regularidad los canales españoles", señala Hassen Zarguni, un tunecino que dirige Sigma Conseil, un instituto de sondeos que opera en el Magreb. "Ahora sólo el 15% los siguen" y lo hacen casi exclusivamente cuando hay fútbol.

Penetración árabe y francesa

La caída de la influencia audiovisual española ha ido acompañada en Marruecos, y en el conjunto del Magreb, de un aumento de la penetración árabe, pero también francesa, en detrimento de las cadenas locales. En Marruecos, donde mejor ha resistido el envite la televisión nacional, un 58% de los telespectadores le son aún fieles, mientras que el 30% sintonizan canales árabes y el 12% los occidentales, según el sondeo de Sigma publicado en junio.

En Túnez, en cambio, dominan los canales panárabes, con algo más del 42% de cuota de pantalla, seguidos por los locales, que acaparan el 40% de la audiencia, mientras que los franceses alcanzan el 18%. En Argelia, por último, la televisión francesa atrae a la mitad de los telespectadores; la árabe, a algo más del 30%, y la única cadena nacional se conforma con menos de un 20%. Suelen ser las élites las que consumen más televisión occidental.

Aunque no existen datos tan fiables, en radio la penetración extranjera es aún más acentuada. Hasta el año pasado, Médi 1, una emisora que asocia a una empresa pública francesa (Sofirad) con capital privado marroquí, se jactaba de ser la de mayor audiencia en el Magreb con 23 millones de oyentes. Desde Tánger, pero con sus antenas en Nador y orientadas hacia Argelia, la dirige Pierre Casalta, un ex militar francés de ideología neogaullista. Se financia con publicidad y con alguna que otra subvención de la Comisión Europea.

Pero desde hace un año Estados Unidos le está arrebatando el liderazgo, al menos en el Marruecos urbano. Hace 14 meses, la ex embajadora norteamericana Margaret Tutwiller exigió al Gobierno marroquí que le otorgase derogaciones al monopolio audiovisual para instalar en las ciudades repetidores en frecuencia modulada de Sawa, la versión árabe de la Voice of America.

El éxito de su programación, que mezcla música árabe y anglosajona con informativos en los que ha sido entrevistado el líder del Polisario, Mohamed Abdelaziz, ha sido fulgurante. El instituto de sondeos AC Nielsen difundió en abril una encuesta según la cual el 73% de la población de Casablanca y Rabat, las dos primeras ciudades donde se instaló Sawa, sintoniza la nueva emisora. Ese porcentaje sube hasta el 88% entre los jóvenes de menos de 30 años. "Estoy encantado de ver con qué rapidez se ha hecho popular", declaró Norman Pattiz, presidente del área de Oriente Próximo en el comité de gobernadores de la radiodifusión.

El auge de Sawa y la inminente liberalización del sector audiovisual en Marruecos, junto con la concesión de derogaciones en Túnez, han desatado una carrera por tomar posiciones. El presidente francés, Jacques Chirac, anunció hace un año en Fez que Médi 1 crearía en 2005 Médi Sat, la primera televisión para el Magreb.

La BBC envió, por su parte, una delegación a Rabat para reclamar una derogación similar a la de Sawa, pero el ministro de Comunicación, Nabil Benabdalá, se la denegó. Alegó que debería esperar a que entrase en vigor la nueva ley audiovisual. Su petición será estudiada junto con la de otros 40 solicitantes.

En Túnez, la francesa TF1 y Finvest, el grupo de Silvio Berlusconi, están asociados a Hannibal TV, la primera cadena privada que empezará a emitir este otoño. París y Washington están también dándole vueltas a cómo hincar el diente al sector audiovisual argelino, en el que no se vislumbra ninguna apertura aunque la televisión pública ENTV proyecta inaugurar nuevos canales de información, deportes, juvenil y uno dirigido a la minoría bereber.

En esta ebullición audiovisual, España brilla, por ahora, por su ausencia pese a considerar el Magreb como una de sus prioridades. Las empresas españolas, públicas o privadas, no están entre los 40 primeros solicitantes que aspiran a fundar radios o televisiones del otro lado del Estrecho.

Radio Exterior de España emite en árabe sólo 14 horas semanales -mucho menos que la RAI italiana-, con contenidos elaborados por siete periodistas. Lo hace en onda corta -ni siquiera se puede captar por Internet-, una modalidad que tuvo su época de esplendor en los años cincuenta, pero que ha caído en desuso. Su audiencia es insignificante.

Boquiabiertos ante las decisiones de Washington, Londres o París

PESE AL DERRUMBE de la penetración de las televisiones españolas en Marruecos, ninguna autoridad española se había planteado hasta ahora desarrollar una política audiovisual orientada hacia el vecino o incluso al conjunto del Magreb. El otoño pasado fue el ministro de Comunicación marroquí, Nabil Benabdalá, quien viajó a Madrid para alentar la participación española en la apertura del sector en su país. No tuvo mucho éxito.

Miguel Ángel Moratinos, el titular de Exteriores, es el primero que parece tomárselo en serio. Desea impulsar al ente público de RTVE a incrementar sus emisiones en árabe, pero mientras utilice la onda corta, hoy día obsoleta, y carezca de recursos humanos para mejorar sus programas, no logrará oyentes. "Además, ni la dirección del ente ni la Secretaría de Estado de Comunicación se muestran muy sensibles a estos proyectos", se lamenta un colaborador del ministro.

El jefe de la diplomacia española busca, por otra parte, alguna empresa periodística que se anime a apuntarse a la liberalización en ciernes del sector audiovisual marroquí. De sus contactos ha sacado la impresión de que el Grupo Joly, que posee ocho diarios en Andalucía y algunas emisoras de radio, es el más susceptible de atreverse a pedir una licencia para montar una cadena radiofónica, dedicada, acaso, a la música y al deporte.

Los diplomáticos españoles se quedan con la boca abierta cuando observan cómo el Foreign Office británico o la presidencia de la República Francesa imponen decisiones en ese ámbito. A principios del verano trascendió que el Foreign Office había pedido a la BBC que lanzase un canal de 24 horas diarias de noticias en árabe, inspirado en la BBC World en inglés, para contrarrestar la influencia de las cadenas Al Yazira o Al Arabiya. Está dispuesto a dotarlo con un presupuesto inicial de 41 millones de euros al año.

Con anterioridad, la Casa Blanca y el Departamento de Estado fomentaron la puesta en marcha, en febrero, de la televisión pública en árabe Al Hurra, cuya audiencia es, sin embargo, escasa porque, entre otros motivos, muchos imanes han prohibido a los musulmanes que la sintonicen.

Francia no tiene la ambición de dirigirse por satélite a todos los árabes aunque sí lo hace a través de la radio con Medi 1, para el Magreb, y RMC, para Oriente Próximo. En materia televisiva se va a centrar en el Magreb con la cadena Medi Sat, cuya creación anunció el propio president Chirac.

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