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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las creaciones lúcidas de una joven promesa

DASSA BASSA ofrece en Madrid la rigurosa cocina de mercado de Darío Barrio

José Carlos Capel

Darío Barrio, joven cocinero madrileño, ha tenido la fortuna de inaugurar su propio restaurante poco después de cumplir 31 años. Rápido de reflejos, sensible e intuitivo, reúne casi todas las condiciones para convertirse en un auténtico crack del oficio. Si acaso fracasara en su empeño, no sería por falta de facultades, sino por su dispersión personal y su afición a los deportes de aventura, incluidos el ala delta, el piragüismo y el paracaidismo, que acaparan parte de su tiempo de ocio.

Se trata de un cocinero atípico que propende a considerar su actividad profesional como parte añadida de un gran juego. Su hoja de servicios, sin embargo, posee bastante más solidez de lo que a primera vista aparenta. Durante cuatro años fue jefe de cocina en el restaurante Pedro Larumbe en Madrid; durante 12 meses, jefe de partida en Akelarre (en San Sebastián) con Pedro Subijana; un verano en El Bulli con Ferran Adrià, y un año entero en Le Chapon Fin de la ciudad francesa de Burdeos.

DASSA BASSA

Villalar, 7. Madrid. Teléfono: 915 76 73 97.

Cierra: domingos y lunes.

Precio por persona, entre 35 y 55 euros. Menú Bistró, 36 euros.

Menú degustación, 55 euros. Huevos con espuma de coliflor, 12,80 euros. Chipirones con terrina de manitas caramelizadas, 17,60 euros. Rabo de toro al chocolate con garbanzos guisados, 17,85 euros. Bizcocho de zanahoria y helado de té, 6,10 euros.

Pan ... 6

Bodega ... 6

Café ... 7

Servicio ... 6

Ambiente ... 9

Aseos ... 8

Técnica refinada

De fuentes de inspiración tan dispersas hablan sus recetas, a veces convencionales y en ocasiones insólitas; refinadas en determinados detalles y con errores de bulto en casos concretos. En el fondo, una cocina urbana desprovista de raíces que respeta las materias primas, hace gala de una técnica refinada y no asume riesgos gratuitos.

Cocina de mercado rigurosa, cuyas especialidades recuerdan a sus maestros y saltan de las sardinas marinadas al foie-gras mi-cuit espolvoreado de las juguetonas petazetas, o a una esferificación (falso ravioli) calcada de Adrià que realiza con jugo de zanahoria. Y siempre sobrado de desparpajo, respaldado por un equipo joven en el que se encuentran el australiano Gris Mahoney y su fiel compañero Fernando Serrano.

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Aciertos y desaciertos

Resulta muy fina su versión del ajo blanco con ginger ale y bacalao; deliciosos los huevos escalfados con espuma de coliflor, y completamente a la última el taco de atún rojo a la plancha sobre jugo agridulce de pimientos rojos. El gran fracaso se produce con el pez San Pedro con picada de cabeza de jabalí, remolacha y pistachos, perfecto de punto, pero destrozado por culpa de un aceite de oliva infecto. En la otra cara de la moneda, dos grandes aciertos: el rabo estofado al vino con chocolate y guarnición de garbanzos, y el cordero en costra de pan de especias a la naranja, muy conseguido.

Darío Barrio, en Dassa Bassa.
Darío Barrio, en Dassa Bassa.SANTI BURGOS

LIGEREZA EN UNAS ANTIGUAS CARBONERAS

EL NUEVO DASSA BASSA ocupa el sótano de un edificio del siglo XIX cuyos comedores se encuentran en las antiguas carboneras del inmueble. La dirección de la obra ha corrido a cargo del arquitecto Héctor Barrio, hermano de Darío, y la remodelación estética, de su hermana Silka, interiorista. El resultado es un espacio espectacular de aire minimalista, revestido con viejos muros de ladrillo visto, enlucidos en blanco, con bóvedas medio cubiertas con láminas de acero de diseño. De la dirección de la sala, demasiado ruidosa, se ocupa la esposa de Darío, Icíar Ortega, economista y licenciada en Historia del Arte, que se mueve con discreción, pero no consigue neutralizar los errores de un personal bienintencionado que a duras penas consigue disimular su inexperiencia.

A diario, la casa ofrece dos menús. El denominado Bistró (36 euros) incluye dos aperitivos, tres medias raciones y un postre, además de dos copas de vino, blanco y tinto. El menú gastronómico (50 euros) comprende cuatro aperitivos, cuatro medias raciones y una degustación de quesos abreviada antes de llegar al postre. Acompañan tres copas de vino: blanco, tinto y dulce.

El repertorio goloso sigue también una línea de ligereza y modernidad. Lo ratifican la sopa de frutos rojos con helado de pimienta, así como la manzana granizada con gelatina y sorbete de yogur, más que correctos. La bodega es breve, pero tiene criterio, y la selección de whiskys, coñás, vinos dulces, cafés

e infusiones es bien seductora.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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