Canon televisivo
Resulta admirable cómo los sabios pueden encontrar soluciones fáciles a problemas difíciles. Siempre pensé que para acabar con el eterno déficit de la televisión pública habría que privatizar una de las dos cadenas y, desde luego, recortar gastos drásticamente como todos los ciudadanos, que sólo entendemos de economía familiar, hacemos para evitar los números rojos a fin de mes. Si fuera tan sabia como esas personas del famoso comité de televisión, en vez de sufrir con mi presupuesto familiar, optaría por pedirle, sin derecho a devolución, el dinero que me falta al vecino. Ahora sólo faltaría resolver el pequeño problema de que posiblemente el vecino no me quisiera dar lo que le pido, y a esos sabios el de que los ciudadanos aceptásemos pagar, además de lo que ya estamos pagando con nuestros impuestos, un canon para financiar el aparato mediático del partido de turno y los sueldos de sus recomendados, por mucho que nos quieran convencer de que es la televisión de todos. ¡Qué fácil resulta ser sabio y economista cuando uno puede manejar el dinero de los demás!
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