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Reportaje:XIII BIENAL DE FLAMENCO

Calixto Sánchez: "La Bienal debería ser más corta y con más protagonismo del cante"

Margot Molina

En 1980 las peñas flamencas recibieron una carta del Ayuntamiento de Sevilla. No eran más impuestos, sino que la misiva les pedía los nombres de los cantaores que, a su juicio, fuesen capaces de hacer 12 estilos de cantes. El motivo era retar a los seis más votados a que midieran su arte en un concurso, un desafío que se convirtió en la primera edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla.

Las cartas que envió el entonces concejal de Cultura, José Luis Ortiz Nuevo, se abrieron ante notario y los más votados fueron: Fosforito, José Menese, Lebrijano, Luis de Córdoba, Curro Malena y José de la Tomasa. La prueba no era obligatoria, así que entre los seleccionados hubo una baja: Lebrijano. La lista corrió un puesto y apareció Calixto Sánchez, un maestro de escuela de Mairena del Alcor (Sevilla) que entonces tenía 33 años. El primer Giraldillo del cante lo ganó Calixto Sánchez y desde entonces no ha faltado ni a una sola de las ediciones de la Bienal.

"Cuando me enteré de que las peñas me habían votado ya lo consideré todo un éxito. La verdad es que fue importante porque artistas como Camarón, Morente o Naranjito no habían aparecido en las votaciones", comenta Calixto Sánchez, quien durante todos estos años ha hecho muchas cosas por el flamenco además de cantar. Entre ellas, dirigir el Centro Andaluz de Flamenco creado por la Consejería de Cultura de la Junta entre 1997 y 2002.

"El Giraldillo para mí supuso dar un salto cualitativo muy grande. Yo soy un cantaor clásico, de los que tenemos muy pocas posibilidades de promoción y el premio supuso un empujón. Aunque en la década de los setenta ya hacía unos 20 o 30 festivales cada verano y compartía cartel con Camarón, Curro Malena, Miguel Vargas, Diego Clavel...", recuerda el cantaor quien el pasado viernes no faltó a su cita con la Bienal. Calixto intervino en Festival en el teatro Lope de Vega junto a Macanita, Fernando Terremoto y la bailaora Milagros Mengíbar. Desde aquel primer Giraldillo hace un cuarto de siglo, el cantaor ha cuidado su instrumento de trabajo ayudado por logopedas y foniatras y asegura que ahora es capaz de hacer la misma proeza e, incluso, incrementar el repertorio.

"En 25 años mi voz se ha puesto más gruesa, es decir que ha adquirido un poco de color, y, en algunos cantes, he bajado medio o un cuarto de tono. Con 57 años, me puedo dar con un canto en los dientes", explica el cantaor, que ha grabado unos 10 discos, el último Retrato flamenco (2000) con poemas de Machado.

"La Bienal empezó siendo un concurso clásico y, poco a poco, se le han ido sumando espectáculos y ha ido creciendo mucho. El mundo del flamenco está sujeto a la ley del péndulo. Quizás sea ahora el momento de retroceder y hacer una Bienal más corta en la que el cante recupere el protagonismo", reflexiona el artista.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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