Bomba en Yakarta
Es frecuente que quienes planean un atentado, independientemente de la locura del crimen
Es frecuente que quienes planean un atentado, independientemente de la locura del crimen, busquen incidir en acontecimientos próximos. Muy probablemente ése haya sido el caso del cometido ayer en Yakarta, la capital de Indonesia: una bomba junto a la Embajada de Australia causó 11 muertos y más de un centenar y medio de heridos. La policía local cree que lleva el sello de la Yamaa Islamiya, el brazo de Al Qaeda en el sureste asiático, autora de la matanza de más de 200 personas en una discoteca de Bali en 2002 -casi la mitad de ellos turistas australianos- y de otras 12, hace un año, en un hotel de la capital.
En la mente está el calendario político de Indonesia y Australia. En dos semanas se celebra la segunda vuelta de las elecciones indonesias entre la presidenta Sukarnoputri y el aspirante y favorito, el ex general Susilo Bambang. Y en octubre serán las generales de Australia, donde el laborista Mark Latham tiene grandes posibilidades de acabar con los tres mandatos consecutivos del conservador John Howard, un gran aliado de Estados Unidos y de la política de Bush en Irak. Australia, convertido en alguna medida en policía de Washington en el Pacífico asiático, cuenta con casi un millar de soldados en territorio iraquí. Si gana en las urnas, el opositor Latham promete el regreso de las tropas antes de navidades. El paralelismo con el 11-M en España salta a la vista.
En clave indonesia, ni a la presidenta Sukarnoputri, sobre todo, ni a su rival les beneficia este acto de violencia en una sociedad cada vez más asustada por el terrorismo. Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo y recién ingresado en la democracia tras la larga dictadura de Suharto, está convirtiéndose en el avispero donde se concentran grupos terroristas islamistas procedentes de los países vecinos y de movimientos nacionalistas radicales propios.
Todo ello quedó de manifiesto tras el 11-S, la caída del régimen talibán y desde luego a raíz de la guerra de Irak, aunque sus orígenes pueden remontarse más atrás, a la intervención y posterior derrota de la URSS en Afganistán. La Yamaa se solidariza con Bin Laden, busca la radical islamización de toda la zona, desde Indonesia a Pakistán, e insta a que la población musulmana se sume a su campaña de odio y destrucción de los valores de Occidente. Un ideario que asusta.
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