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Crónica:VUELTA 2004
Crónica
Texto informativo con interpretación

Qué espectáculo a orillas del Bernesga

El norteamericano Floyd Landis, el mejor gregario de Armstrong en el Tour, primer líder tras la contrarreloj por equipos

Carlos Arribas

Silvio Berlusconi ha comprado los derechos del Cervia, un pequeño club de fútbol aficionado de Emilia-Romagna para convertir su marcha cotidiana -entrenamientos, charlas de vestuarios- en asunto de reality show en Gran Hermano calcístico en el que los 40 jugadores de la plantilla y el entrenador fueron elegidos en duro casting que valoraba más cosas como la telegenia de los chavales que su habilidad con el balón. Las alineaciones las decidirán con sus votos los televidentes, así como los pobres desgraciados que tengan que abandonar el estadio-vestuario-plató antes de tiempo.

Los de Televisión Española (TVE) les han dicho a los organizadores de la Vuelta que si la etapa del día no alcanza en la Primera un share -porcentaje de teleespectadores- digno, más o menos por el 18% de la audiencia total, no dudarían en descenderla a Segunda División, a La 2, con el consiguiente quebranto para la empresa, que percibiría menos de lo previsto de anunciantes y patrocinadores. Los de la Vuelta, al saberlo, les han dicho a los de los equipos que quieren espectáculo, que la supervivencia de la carrera, del ciclismo español en su totalidad, depende del espectáculo que enganche a los televidentes. A los ciclistas les ha dicho que quiere emoción, lucha, escapadas, etapas movidas, nada de muermos de pelotón estirado o ensanchado fagocitando llanuras y paisajes sin fin. A los equipos les ha recordado que el minuto de máxima audiencia de la Vuelta 2003 no fue cuando el bravo Heras dobló al tenaz Nozal subiendo Abantos, ni cuando el deslumbrante Valverde levantó los brazos ganador en Envalira, o cuando el duro Nozal se fundió en abrazo, lágrimas y mocos con el blando Manolo Saiz tras la contrarreloj de Albacete. Lo que más gente vio fue cuando Manolo Saiz, desbordado, se enfrentó de palabra, gesto y obra a un motorista que filmaba a sus corredores en pena durante la etapa de Navacerrada. Eso es espectáculo, les han dicho, eso y jugosas polémicas -no es necesario que llegue la sangre al río, de todas maneras- como la que enfrentó dentro del Banesto al Chava y Olano en la Vuelta del 98.

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Espectáculo también debería haber sido el final de la contrarreloj por equipos que abrió ayer la Vuelta del espectáculo. Para ello, Unipublic, el organizador, decidió -ante las protestas de los desposeídos- que los últimos en tomar la salida, los equipos que contaran con la ventaja de tener las referencias de los demás, fueran el Comunidad Valenciana de Valverde, tercero en 2003, y el Liberty de Nozal y Heras, segundo y primero, respectivamente. Los demás, del Ag2r al Vini Caldirola, saldrían por estricto orden alfabético, no de potencial deportivo. En teoría, ello condenaba al telespectador a una prueba en crescendo, con el Liberty de Saiz, el equipo especialista en tales menesteres, llegando el último arrasando, sus corredores relevándose como piezas de un reloj de precisión, sus líderes preparándose para ocupar en los últimos metros, las plazas dictadas por su director, quien decidiría el primer líder, sus lugartenientes, el futuro de la Vuelta. Qué emoción, qué espectáculo.

Desgraciadamente, Floyd Landis, que nació menonita y a los 14 años se fugó de su comunidad de Pensilvania en bicicleta para encontrar la libertad y el ciclismo en California, no entiende el espectáculo a la manera Unipublic. Desgraciadamente, los checos del Liberty, Andrle y Hruska, el polaco de Saiz, Baranowski, las potenciales locomotoras del equipo, no entendían el espectáculo a la manera de su director. Para Landis, aquel tímido rubicundo a quien Armstrong empujó en la llegada a Le Grand Bornand en el último Tour para que intentara ganar la etapa, el espectáculo consistió en hacer una última recta, unos 800 metros, como un cohete, llevando detrás, rezando, a todo su equipo, que hasta al tremendo Peña le costó seguir su rueda. Tras él, espectacular, el US Postal, imbuido en espléndida dinámica de éxito -sólo dos de los nueve que arrasaron en el Tour están en la Vuelta- logró un triunfo resonante y unas bonitas diferencias para tratarse sólo de 24 kilómetros: 31s al T-Mobile del agazapado Vinokurov, 56s al Baleares del herido Mancebo -quien brilló pese al dolor-, 58s al Comunidad Valenciana de Valverde, su mejor contrarreloj por equipos. También le sacaron poco más de un minuto al Phonak de Hamilton -el equipo de Landis para 2005- y 1m 28s al Liberty del que Andrle, Hruska y Baranowski desertaron a mitad de recorrido dejando todos los relevos y fatigas para los otros seis, que llegaron descabalados y sin alma. Y su director, el espectacular Saiz, mudo tras el volante. "No entiendo nada, no sé qué ha pasado", dijo contrariado pese a que el hundimiento de su equipo fuera tan espectacular. "Han fallado justamente los contrarrelojistas. Sólo sé que hace dos días marchaban el doble. Sólo sé que estamos a minuto y medio del primero cuando deberíamos ser nosotros quienes tuviéramos a los demás a minuto y medio". Qué espectáculo a orillas del Bernesga.

El US Postal, en pleno esfuerzo durante la contrarreloj de ayer.
El US Postal, en pleno esfuerzo durante la contrarreloj de ayer.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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