Purificación por el agua
Toda instalación reclama su espacio, un lugar desde el que reverbere con vigor su invocación a los sentidos del visitante. I lavatoi dell'anima (los lavaderos del alma) lo ha encontrado en el antiguo aljibe del siglo XVII de Es Baluard. Fabrizio Plessi, que distribuye sus residencias entre Venecia y Mallorca, lo supo desde el primer momento en que entró en contacto con esta suerte de cripta prodigiosa. Ella es el territorio para exposiciones temporales de este nuevo museo de arte moderno y contemporáneo, inaugurado en Palma a comienzos de año, al que acompaña una interminable polémica por el modelo de gestión adoptado, una mixtura entre lo público y lo privado que alienta las suspicacias.
I LAVATOI DELL'ANIMA VIDEOINSTALACIÓN DE FABRIZIO PLESSI
Museo Es Baluard
Plaza Puerta de Santa Catalina
Palma de Mallorca
Hasta el 7 de noviembre
Fabrizio Plessi (Reggio Emi
lia, Italia, 1940) se embriagó de entusiasmo al contemplar ese espacio subterráneo y supo de inmediato que no habría mejor sitio para dar cobijo a una renovada versión de su obra Bombay-Bombay, concebida en 1992. No erró el artista italiano. El acoplamiento entre el envoltorio pétreo del aljibe y la pieza -una estructura modular en hierro sobre el suelo que alberga una treintena de monitores de televisión y ropa amontonada- funciona eficazmente. Algo a lo que contribuye también la fusión simbólica entre una obra que evoca los lavaderos públicos de Dhobi Ghat en la ciudad india y un aljibe que fue refugio del agua antes de transformarse en sala de exposiciones.
I lavatoi dell'anima logra crear una envoltura anímica que atrapa al visitante como una membrana sutil e impalpable. Para crear esa experiencia estética, Plessi se vale de una variada y armónica gama de recursos, en la que se incluyen sus tradicionales amalgamas de contrarios, su conciliación de lo sofisticado y lo elemental, de artificio y naturaleza, de tecnología y artesanía (en este caso, representada por los ovillos de sábanas apiladas).
Sin embargo, sería injusto orillar la contribución esencial que aportan la envoltura etérea de la iluminación, el sonido constante del agua que corre como un río interior por los monitores/lavaderos, y la música ambiental de evocación hindú de Michael Nyman y U. Shrinivas. El conjunto busca transportar la mente más allá de las lindes del yo, hacia esa esfera universal que el taoísmo ha representado precisamente como un río fluyente y sedante. Una purificación, en definitiva, de los trapos sucios de la materia y del alma, como sugiere el título de la instalación.
La muestra se completa con una selección de dibujos preparatorios originales y bocetos del autor, todos ellos ubicados con justicia en el vestíbulo exterior que precede al aljibe, ya que la pieza principal reclama una desnudez total a su alrededor. Se trata de obras de arte en sí mismas, realizadas en parte en los folios encontrados por Plessi en la habitación del hotel Taj Mahal de Bombay, en el torbellino de la inspiración inicial. Allí nació esta pieza con la que homenajea a Pasolini por su relato El olor de la India, "la más auténtica, única, profunda y existencial guía de Bombay jamás escrita", según subraya el propio artista en uno de los textos que acompañan a su videoescultura.
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