Libertad negativa
Resurgen formas de devaluar la izquierda: decir que "obligó" a adoptar posturas filosóficas para mantener la idea sartriana de que el pensamiento es de izquierda; para no parecer tonto. Llegado Aznar, muchos se liberaron de la opresión roja y fueron de derechas, como su naturaleza. Ahora esmaltan frases, en la línea de retorcer el lenguaje como una bayeta para que suelte agua sucia. Una frase espectacular es la de mi amigo César Alonso de los Ríos: "Con razón no pueden entender estas gentes que hayamos abandonado la izquierda algunos que tuvimos un pasado comprometido. No pueden imaginarse hasta qué punto nos produce repugnancia el hedor que despiden muchos de los compañeros que tuvimos en aquel viaje que hubo que hacer en las condiciones peores, con los modelos más detestables y, de forma muy especial, en compañía de algunas personas que parecen haberse convertido en los pozos negros de nuestra sociedad". Tiene más interés el elogio de los liberales del siglo pasado que hizo aquí Juan Pablo Fusi, tan respetado por mí. Mezcla nombres de los héroes del pensamiento libre, como Orwell con Isaiah Berlin. Proceden, más bien, del anticomunismo personal que de una ideología.
Orwell fue trotskista, vio los desmanes contra los suyos en la guerra de España y luego entregó listas de comunistas clandestinos a Estados Unidos. Su paradoja es que su denuncia del comunismo, 1984, se ha convertido en la del conservadurismo: Bush es el Gran Hermano. En la biografía que hace de Isaiah Berlin, Fusi no dice que era agente del Reino Unido y de Estados Unidos, y que en su filosofía recogió el tema de libertad positiva y libertad negativa. La "negativa" puede coexistir con la autocracia y no implica necesariamente la existencia de regímenes democráticos o de autogobierno: fuera con ella. Lo malo es quién decide mi libertad: yo, o el Gran Hermano. Desde que un régimen es democrático autocrático -qué importa la antinomia: lo es- yo puedo ser definido como negativo, y apartado por ello: por razón de seguridad.
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