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Reportaje:Verano 2004

Delfines por la proa

Un crucero permite avistar especies marinas en la bahía de Málaga

Juana Viúdez

Cuando los delfines que habitan la bahía de Málaga están juguetones da gusto. Nadan al lado de embarcaciones conocidas, juegan con las olas, y hasta se plantan en la proa dando saltos. Un mensaje por megafonía informa al pasaje del crucero turístico, que cada sábado recorre la costa malagueña, de su avistamiento: ¡Delfines en la proa!. Alborozo general. Tras un titubeo inicial -los viajeros no suelen estar familiarizados con la jerga marinera-, descubren que los cetáceos se asoman por la parte delantera del catamarán. Sus acrobacias sorprenden incluso a los empleados.

El paseo comienza a las 13.00 y dura unas tres horas. Durante el almuerzo, los delfines también están entretenidos buscando algo que llevarse a la boca, según el capitán. "Es mejor no molestarles", explica. Los pasajeros siguen a los suyo. Algunos han traído bocadillos de casa y otros han encargado la comida al servicio de restauración, algunos días antes, por ocho euros.

Tras un comienzo tranquilo, durante la primera hora se divisa la lonja, el puerto deportivo y varias playas de la capital, el paseo se anima. Familias con niños, parejas de diferente edad y grupos de adolescentes abandonan los juegos de mesa y corretean por la cubierta superior. Varios grupos de delfines se han acercado a la embarcación y les deleitan con sus monerías. "Mira como juega con la espuma", dice con cara de felicidad uno de los pasajeros. "Abajo se ve mejor porque parece que puedes cogerlos", aconseja otro, "¡Te dan unas ganas de llevártelo a casa!".

Los delfines costeros nadan en pequeños grupos. Delgados y largos, tienen una aleta superior que parece un reloj de arena, y miden entre 1,7 y 2,4 metros de longitud. "Los primeros que vimos eran calderones", revela Ana María Moreno, miembro de la tripulación y socia de la empresa Cruceros Málaga, "y esta especie no es tan sociable". Todos los días no tienen la suerte de avistarlos. Los han buscado durante una tiempo por si se animaban a jugar. La emoción del momento ha hecho que una niña se caiga. "¿Cómo está tu rodilla?", se interesa Ana María. "Bien", contesta con una sonrisa tímida mientras se refugia en su madre.

El baño en la Bahía es otro de los atractivos del paseo. El capitán anuncia un descanso de 40 minutos y da permiso a los pasajeros para darse un chapuzón siempre que obedezcan una serie de normas de seguridad, como no alejarse del barco. Una decena de valientes acepta el reto. El resto del pasaje observa como se deslizan por el tobogán y hacen bromas.

La música ambiental ameniza una vuelta en la que los viajeros cambian la cubierta panorámica, en la primera planta de la embarcación, por la proa. En la parte inferior del catamarán está la zona de visión submarina. "Los días en los que el agua está turbia no se puede contemplar el fondo del mar", explican en Cruceros Málaga, "otras veces hay algas rojas que impiden la visibilidad". Aseguran que con la embarcación parada y el mar en calma se divisa la fauna y la flora marinas hasta 50 metros de distancia. Este sábado no hubo fortuna. Durante el paseo sólo se pudo ver por las cristaleras un azul intenso.

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Crucero Turístico. Cada Sábado a las 13.00 desde el Muelle 2 del Puerto de Málaga. Precio: 15 euros para adultos y 10 euros, niños. Inf. 952 12 22 88.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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