Pescando turistas
La patronal pesquera catalana impulsa un cambio de normativa que permita subir turistas a bordo de los barcos
Mayan Zaragoza es uno de los últimos pescadores del delta del Ebro que pescan doradas y lubinas atrapándolas con las manos. Camina por la bahía de los Alfacs, unas aguas que apenas le llegan a las rodillas, y dispone una red en círculo que rodea a los peces. Luego, sólo debe caminar, fijarse bien, y cogerlos. Trabaja solo, de marzo a noviembre, pero aspira a hacerlo acompañado de turistas y así tener unos ingresos extras, aunque para esto hace falta un cambio en la normativa actual, que limita el acceso a esta zona a los barcos de pesca por razones de seguridad.
La patronal catalana EMPA promueve ahora pruebas piloto de turismo en barcos pesqueros, con el objetivo de conseguir una modificación de la normativa para abrir una nueva vía de negocio. Y la iniciativa promete.
En Italia, donde ya hace tres años que funciona este tipo de turismo, hay barcas que, trabajando unos 80 días al año con turistas, ganan lo mismo que pescando durante todo el año. Así lo asegura la presidenta de EMPA, Iolanda Piepra, y añade que, por ahora, los patronos de embarcaciones de Sant Carles de la Ràpita (Montsià) y Blanes (Selva) están dispuestos a acoger turistas.
Esta iniciativa, pionera en el Mediterráneo español, ya se da en Ourense con el apoyo del Gobierno gallego, aunque "están fuera de la normativa", explica Piepra. Antes de comenzar a explotar la pesca como atractivo turístico, las propias embarcaciones deberían adaptarse, reforzar la seguridad y disponer de asientos o lugares aptos para albergar los curiosos.
Esta es una de las posibles soluciones para un sector en declive. En Sant Carles de la Ràpita, por ejemplo, de los 200 barcos de pesca que había en 1997 hoy apenas quedan 115, y continúa siendo una de las principales flotas mediterráneas. Si durante décadas el mar aseguraba el jornal aproximadamente a la mitad del pueblo, hoy solo 370 pescadores faenan en los alrededores de Sant Carles de la Ràpita.
Con el reclamo del parque natural del delta del Ebro, las excursiones en barcos de pesca permitirían al turista contemplar el delta desde un nuevo punto de vista, a la vez que comprendería por qué ha disminuido la cantidad de peces en las aguas cercanas a partir de los años setenta, cuando los arrozales comenzaron a usar pesticidas, o sabría distinguir por el movimiento del agua dónde hay peces.
La excursión no finalizaría con esto, e incluso los turistas podrían acompañar a Mayan Zaragoza a atrapar doradas y, si hay suerte, alguna lubina. Luego, la comida en el propio barco o en tierra, según el tipo de cliente, con el pescado recién capturado. Todo, por un precio que aún está por definir, pero que en los puertos italianos ronda los 180 euros por persona. Sin embargo, EMPA cree que en Sant Carles de la Ràpita podría ofrecerse este servicio por menos de 100 euros, en unas excursiones que organizarían durante los periodos de veda pesquera, que coinciden además con la temporada alta del turismo.
En invierno, las aguas de la bahía de los Alfacs se enfrían, a los peces ya no les parecen atractivas, se marchan y Mayan se queda sin trabajo. El pescador se ve obligado a ganarse la vida en otros sectores y cree, como el presidente de la cofradía, Josep Tomàs Fèlix, que la ayuda del turismo es una opción más que posible para evitar la progresiva desaparición de las artes pesqueras del delta.
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