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Reportaje:Atenas 2004 | PIRAGÜISMO: UN CAMPEÓN PECULIAR Y UNA LEYENDA

"Si hubiera olimpiada de dormir, también ganaría"

David Cal ya era muy tímido y reservado de pequeño, cuando iba a párvulos con Teresa Portela, compañera en el equipo olímpico

"Por el hotel se le ve poco", explica Carlos Prendes, jefe del equipo español de piragüismo de aguas tranquilas. Habla de David Cal. "Al principio estuvimos tres días en la Villa Olímpica", añade, "pero después nos desplazamos a unos apartamentos más cercanos al canal de la competición". Cal comparte su apartamento con los otros dos palistas, Alfredo Bea y David Mascato. Cada uno tiene su habitación, pero los tres conviven en algunas zonas comunes. "Claro que se ven entre ellos", afirma Prendes. "Ven la tele en la misma sala". Suso Morlán, su entrenador, asegura que hay momentos en que Cal le desespera. "Algunos días desenchufa y no me habla ni siquiera a mí. Pero se le perdona, porque es un buen tío. Hay que conocerle para empezar a apreciarle".

Nunca toma la palabra y cuando no compite le gusta escuchar rock alternativo y 'heavy' metal
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No es ya sólo Morlán sino la mayor parte de los miembros de la delegación española los que afirman que Cal es un tipo muy reservado. "Es una gran persona, pero va a lo suyo. Puede que este carácter le perjudique en ocasiones, pero para la competición es bueno, porque le permite aislarse por completo. Psicológicamente es especial como pocos. Afronta la competición con una sangre fría tremenda", insiste Prendes. "Cuando otros temblarían, a él se le ve sereno, frío, controlando la ansiedad".

"De pequeño ya era muy tímido y reservado. Sudabas para sacarle una palabra", explica María Teresa Portela, que nació en Aldán -al club Ría de Aldán pertenecen ambos- hace 22 años, un pueblecito muy cercano a Hio y que pertenece también al municipio de Cangas de Morrazo, que ayer se movilizó para festejar el éxito de su vecino. "Nos conocemos desde que íbamos al parvulario", prosigue. "Estudiamos juntos y después, a los 14 años, entramos los dos en el Centro de Tecnificación de Piragüismo de Pontevedra". Tras descartar el kayak, siempre se ha entrenado con Morlán. David trabaja al margen del grupo federativo y permanece todo el año en Pontevedra. "Ahora habla más", prosigue Portela. "Tiene más amigos y aquí se relaciona con todos. Pero personalmente le conozco poco".

Portela es la única persona con la que Cal habla habitualmente. "Probablemente, porque nos conocemos tanto", dice la kayakista que hoy disputará la final del K2 junto a la sevillana Beatriz Manchón. "Sí, es introvertido", explica Manchón. "Puedes hablar con David, pero no esperes que sea él quien diga la primera palabra. Pasa desapercibido, hasta que se sube a la canoa. Allí es el mejor".

Cal comparte mesa en el comedor con el resto del equipo. "Se sienta, habla poco y cuando acaba se va", comenta Prendes. "Pero no lo hace con mala intención. Se encierra en su mundo". Entonces se enchufa sus auriculares y comienza a escuchar música de rock alternativo y heavy metal. Los Suaves, Marea, Extremoduro y otros grupos por el estilo. "Me gusta", afirma. "La escucho cuando me apetece; nunca compitiendo porque me desconcentra".

Cuando ayer la delegación española estaba pendiente de su actuación, cuando el Auditorio Municipal de Cangas de Morrazo se preparaba para verle, cuando en la panadería Cal Barral que regenta su madre no se hablaba de otra cosa que de él, David se mantenía tranquilo. "Fíjese hasta qué punto", comenta Portela, "que cuando sonó el despertador a las seis de la mañana nos enteramos todos menos él". La noche anterior durmió como una marmota. "Si hubiera olimpiada de dormir, él también la ganaría", concluye Morlán.

"¿Para qué quieres un móvil? le preguntaron sus compañeros cuando le vieron teclear el teléfono. "Tiene juegos", respondió. En algunos círculos, y entre bromas, se le conoce como el mudito, se dice que a veces lleva dos piercings, uno en la lengua y otro en la parte inferior del labio, y se recuerda su espíritu solidario cuando vienen mal dadas. "A mi siempre me regala el ramo de flores que le dan cuando gana", zanja su madre mientras sus hermanas asienten, felices.

Teresa Portela, en la subsede olímpica de Schinias, después de un entrenamiento.
Teresa Portela, en la subsede olímpica de Schinias, después de un entrenamiento.GARCÍA CORDERO

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