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Entrevista:Israel Galván | PANORAMA DEL FLAMENCO ACTUAL: EL BAILE

"Lo que hago es una locura controlada"

Quizá el más innovador de los jóvenes bailaores. Original y vanguardista, el estilo de Israel Galván (Sevilla, 1973) ha desconcertado por igual a los aficionados y a la crítica. Hijo de los bailaores José Galván y Eugenia de los Reyes, empezó a subir a los tablaos desde muy pequeño. Con 21 años entró a formar parte de la Compañía Andaluza de Danza dirigida por Mario Maya. En 1998 presentó ¡Mira!/Los zapatos rojos, el primer espectáculo de su propia compañía, en el que ya cobró fuerza su estilo personalísimo.

PREGUNTA. Ha habido intentos de poner apellidos al baile que usted hace, como flamenco abstracto o deconstruido ¿Lo que usted hace sigue siendo flamenco?

RESPUESTA. Sin duda. Tengo mis principios y los respeto. Mis fuentes son flamencas. Algunos críticos han dicho que hago posturas raras, pero son ideas que he tomado de bailaores muy antiguos, cosas que hace cincuenta años que no se ven.

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P. ¿Por qué ha llegado hasta aquí? ¿Echaba a faltar algo en el baile flamenco tradicional?

R. No sé cómo he llegado aquí. Nunca he pretendido innovar a la fuerza, pero estoy convencido de que todos los movimientos del cuerpo se pueden aflamencar. Cualquier necesidad expresiva cabe en este lenguaje. Tampoco he tratado de incorporar elementos de la danza contemporánea. Más bien al contrario: huyo de esa técnica.

P. ¿Qué espacio cree que debe tener la improvisación en su forma de sentir y hacer el baile?

R. Cuando preparo una coreografía la divido en bloques, cada uno tiene una idea que voy desarrollando. Al principio no sabes a lo que te enfrentas, lo único que tienes claro es lo que no quieres hacer. Luego te pones a probar y te vas dando cuenta de lo que buscas. De ese trabajo sale un guión con pautas marcadas, pero hay que dejar espacio a la improvisación porque uno no tiene siempre las mismas fuerzas. Yo digo que lo que hago es una locura controlada.

P. ¿Ya se ha acostumbrado a ser visto como un bicho raro?

R. Desde que estrené La metamorfosis es frecuente que me llamen "bicho raro". Lo asumo. A estas alturas, uno ya tiene arraigado lo que quiere ser. Al principio era más difícil, porque yo era más joven y no creía del todo en lo que hacía. Ahora es distinto, aunque si el público me diera la espalda, a lo mejor dejaba de bailar. Si continúo bailando es porque me contratan y porque me divierto.

P. ¿Cuáles son las principales dificultades que hay para el crecimiento del flamenco?

R. En la actualidad, tanto el flamenco tradicional como las fusiones más habituales tienen el apoyo del público y de las instituciones. En medio de esos dos géneros ya establecidos hay un terreno grande y muy rico que se ha tanteado poco. Hace falta embarcar a los aficionados y a los distintos organismos en esa exploración para que el flamenco pueda avanzar y llegar más lejos.

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