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Crítica:FERIA DE ALMERÍA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los duros caprichos de la fortuna

Menuda zarabanda organizó ayer el capricho de la fortuna, que dirigió el sorteo por caminos de locura: para empezar, a Hermoso le salieron dos toros bravos, a Ponce la suerte lo cogió a trasmano y a Antón Cortés la fortuna le fue esquiva reservándole dos buenos toros. Parece una locura pero todo tiene explicación en esta vida.

El toro que abrió plaza se manifestó después del primer rejón, con una embestida larga que daba suficientes argumentos al caballero que, a la vista de lo cual, sacó lo más florido de su tropa, Chenel y Campogrande. Con el primero galopó a dos pistas, peinando la cola con los pitones del toro y cambiando de dirección en la misma cara. Con Campogrande quiso pararse y parar al toro, pero no llegó a templar y sufrió un encontronazo. Mató de cuatro intentos y descabello. Los momentos más espectaculares del cuarto llegaron al final, montando a Fósforo y marcando perfectamente el ritmo para clavar dos rosas y un par de las cortas a dos manos. El rejón descordó.

Torrealta / Hermoso, Ponce, Cortés

Dos toros de Carmen Lorenzo, despuntados para rejoneo, y cuatro de Torrealta. Hermoso de Mendoza: ovación en los dos. Enrique Ponce: estocada caída (ovación); pinchazo hondo, dos descabellos (ovación). Antón Cortés: estocada perpendicular (oreja); estocada (oreja). Plaza de Almería, 25 de agosto, 4ª de feria. Tres cuartos de entrada.

A Ponce le tocó una espinita que, desde la salida, apuntó feos detalles, materializados en una búsqueda inopinada por abajo, defecto que no fue capaz de corregir el valenciano, a pesar del castigo que ordenó en varas. Se le notó que estaba muy a disgusto porque no podía anticipar las reacciones del oponente. El quinto de la tarde se convirtió en zombi a partir de la segunda serie; Ponce toreó a la nada o, tal vez, no toreó nada.

Fue mala suerte que dos toros bravos, el segundo con muy poca fuerza, pusieran en evidencia a Antón Cortés, que, si bien llegó a torear despacio y largo por la derecha al tercero, destacó más por lo que no hizo, ya que lo bueno duró sólo un par de series, bajó en las demás y desapareció con la izquierda. En el sexto toreó de forma rápida, eléctrica y lejana.

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