82.855 lecturas de Manifesta
El público se divide entre las críticas y las alabanzas en las apreciaciones que deja escritas sobre la bienal Manifiesta
La bienal de arte contemporáneo Manifesta 5 no tiene una única lectura, sino tantas como espectadores recorren sus espacios expositivos de San Sebastián y Pasaia para conocer la obra de 56 artistas de vanguadia. Y ya van 82.855 desde su inauguración el 11 de junio y hasta el pasado jueves. "Si esto es arte", critica un visitante de la sala Kubo del Kursaal, "el canibalismo es gastronomía". "Excelente, magnífico, qué bella exposición", contrarresta un asistente francés.
Los cuadernos que la organización ha dejado en las cinco sedes de la muestra -el Kursaal, el Museo de San Telmo y el centro Koldo Mitxelena en San Sebastián y Casa Ciriza y Ondartxo en Pasaia- son el termómetro que mejor mide la impresión que está causando entre el público esta bienal que ya ha superado su ecuador. "Podíamos no haber puesto" estos libros, señala la coordinadora general de Manifesta 5, Lourdes Fernández, "pero nos pareció interesante que la gente opinara". Aun a riesgo de convertirse en blanco de opiniones desfavorables. Y es que en los cuadernos se pueden leer muchas más críticas que alabanzas y proporcionalmente se aprecia más incompresión entre los espectadores locales que entre quienes llegan de otros lugares."Pienso que los extranjeros están más acostumbrados a este tipo de arte", confirma un bedel de San Telmo. "Se ve que disfrutan más de la exposión, la recorren con más calma. Los de aquí, en cambio,... Muchos se quejan porque con la iluminación que hay ahora no han podido ver los lienzos de Sert. Entran y salen en diez minutos y un poco turulatos".
"Pesa mucho la tradición y el público, inconscientemente, sigue demandando lo mismo"
O simplemente se quedan con la sensación de hablar otro idioma. "Mi ignorancia es tan sublime que no me he enterado de nada", ironiza un espectador después de recorrer las salas de San Telmo. Acababa de ver, entre otras propuestas, los pósters del francés Marc Quer sobre los ideales nacionalistas y sus efectos en la política y la memoria cultural y el vídeo en el que el estonio Külli K. Kaats sustituye el lenguaje humano por los arrullos, el gorjeo y el pío-pío de los pájaros. "Estos vídeos me han gustado más que las paranoias del KM, pero sigo sin captar el mensaje de los artistas. ¿Acaso se lamentan del alto precio de las patatas? ¿Sufren por su existencia? ¿Quieren la paz mundial? ¿Se aburren?", escribe otro espectador.
Las diferentes opiniones sobre las propuestas de Manifesta han convertido los cuadernos en espacios de debate. El público dialoga, critica, alaba, responde a lo que ha dicho su compañero de página,... Hay quien hace campaña a favor de los artistas e incluso de los organizadores, que apostaron por convertir esta bienal en escaparate de la creación contemporánea y se esfuerzan por enseñar al público que hoy arte es casi todo, desde un desfile, a la desviación por sorpresa del chorro de una fuente pública o una instalación con una docena de motores en funcionamiento. "No tratéis de entender, disfrutad de las sensaciones que os produce el arte", anima una visitante del Kursaal tras leer descalificaciones como éstas: "Acabo de perder 10 minutos de mi vida"; "Ánimo al que tiene que explicar la exposición a los visitantes"; "¿Esto qué es? ¿El vertedero de San Marcos?"
La invitación a dejarse llevar la sigue más de uno. Entre ellos un escocés. "Excelente", escribe, "quiero llevármelo todo a Escocia y mostrárselo a la gente de allá". Y un italiano: "Muy interesante el reportaje de Israel", en referencia a Route 181, documental de cuatro horas de Eyal Sivan y Michel Khleifi sobre la frontera virtual creada por la ONU en 1947 en Palestina. Mientras, una mujer se queja por "la absoluta desidia en el videomontaje y resto". "No hay más que V.O. y euskera", deplora, tras buscar en vano las traducciones al castellano que la organización suele ofrecer en papel.
El Kursaal es, de largo, el espacio más visitado de Manifesta 5. Por allí pasan desde padres con niños hasta bañistas al salir de la playa. Por eso su cuaderno es el del gran público y el que registra las críticas más despiadas. Las del especializado, más elogiosas, pueden encontrarse en Casa Ciriza. Allí va gente "más motivada", apunta Fernández. "En todo caso, creo que de eso se trata. Es bueno que la gente reaccione. Al final aprendes de lo que ves y ya hay más de 82.000 personas que han pasado por aquí".
No es la única que lo cree: "Es un detalle que la gente, por lo menos, reaccione. ¡Abrid vuestras mentes!", coincide una visitante.
La bienal se clausurará el 30 de septiembre, así que ha superado holgadamente su ecuador con éxito de público. Antes de la inauguración, Fernández consideraba que lograr 100.000 espectadores ya sería un logro y esa cifra se va a superar fácilmente. Sin embargo, se queda con las críticas del "mundo especializado". "Son muy buenas y eso es algo que yo no podía controlar. Ha habido muchos conversos en la crítica española", concluye.
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