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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Cruceta aúna baile flamenco y electrónica

El bailarín-bailaor propone en el teatro Pradillo de Madrid una fusión llena de riesgos donde el 'hip-hop' y la electrónica respaldan las formas más raciales del ballet flamenco.

El bailarín-bailaor Mariano Cruceta se mantiene en la tangencial tesitura de ir a su aire. Eso, en el baile teatral flamenco de la actualidad, puede tener dos consecuencias: que no se tome en serio la propuesta o que sea admitido como uno más en la cadena de fusión (término tan odiado como necesario). Su último trabajo en el madrileño teatro Pradillo dentro del ciclo La otra mirada del flamenco lleva por título En rojo vivo, y se trata de una consecución poco estructurada de números donde da rienda suelta a su estética, una suma de nuevo flamenco (con música a veces creada por él mismo, que se lanza y hasta toca la caja) con formas hip-hop, rock melódico y bases electrónicas. Los intérpretes también van en varias cuerdas: hay gestualidad break y movimiento de suelo adscribible a la danza contemporánea; pero también hay flamenco como tal, en solos o dúos del propio Cruceta acompañado por La Marquesita. En escena vemos complementados a Kaoz, Willie y Orca, con fragmentos de vídeo que dan las escenas conseguidas con más empaque.

En rojo vivo propone una lectura oscura, a veces resultando como una performance que no elude el rudo feísmo marginal o el teatro de cámara experimental. Y como eso hay que valorarlo: son experimentos necesarios, útiles tanto al creador como al espectador dentro de su irregularidad y riesgos. La idea de que el artista viaja por medios ajenos a su matriz de expresión, a su origen, se refuerza con el buen vestuario de Joseph Ahumada y las luces inquietantes de Agustín Espinel.

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