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Entrevista:AMABLE LIÑÁN | Investigador, experto en combustión

"Vivimos en un mundo estúpidamente artificial"

En la terraza de su piso madrileño, cerca de la universidad, Amable Liñán honra su nombre y explica con mimo su magisterio científico.

Pregunta. ¿Cómo pudo un grupo investigador tan especializado como el suyo triunfar desde este páramo?

Respuesta. Tendré que contarles cómo surgió todo... El grupo nació en los años cincuenta de la mano de Teodoro von Karman, judío húngaro, gran pionero de las ciencias aeronáuticas. Demostró el papel que éstas juegan en la aeronáutica con sus contribuciones al desarrollo del DC-3, el avión que lanzó la aviación comercial. En los años cuarenta se ocupó de los problemas de la conversión, mediante la combustión, de la energía química en mecánica para la propulsión. Y en los cincuenta inició un programa de investigación para entender la dinámica de la combustión con la colaboración de mi maestro Gregorio Millán, quien formó un grupo al que yo me uní como becario en el 57. Ese grupo tuvo el privilegio de contribuir al conocimiento de los procesos de combustión cuando éste creció explosivamente.

P. La aeronáutica nació para mejorar la industria bélica. ¿Cómo se vive esa paradoja?

R. No es fácil. Aunque nuestro grupo no se ocupó de los aspectos más tecnológicos, no hay duda de que si los Gobiernos apoyaron este campo es porque producía avances para la guerra. Las aplicaciones para el transporte de pasajeros vinieron después.

P. La carrera espacial era en parte lo mismo, la guerra fría.

R. Sí, y por eso en los sesenta y setenta se avanzó muy rápido: los estadounidenses y los soviéticos se asustaban mucho si los otros ponían cargas más grandes en órbita. En el 57, el Sputnik pondría media tonelada en órbita; y a finales de los sesenta los americanos ya lanzaron 100 toneladas con el Saturno.

P. ¿Franco invertía en aeronáutica?

R. En los cincuenta se hizo un esfuerzo para modernizar el ejército. Por ejemplo, se construyó un motor de reacción para el Saeta, primer reactor de entrenamiento español. Luego acabó la autarquía, vinieron los cazas americanos y se aletargó la industria. Pero nuestro grupo no aspiraba al desarrollo de sistemas concretos, sino a contribuir a las ciencias aeronáuticas.

P. ¿Aquí hacer ciencia es llorar?

R. Ahora algo menos. Volvieron bastantes de los científicos formados fuera y algunos se acomodan bien en la empresa privada.

P. ¿A usted le tentaron mucho?

R. Sí, pero no he dejado la Universidad española. Soy profesor adjunto en Yale, donde paso un mes al año, pero no me marché. Valoro otras cosas. La familia estaba aquí, tuve una buena oportunidad para hacer ciencia en España y la cátedra me ofreció muchas posibilidades para conocer a la gente más capaz en mecánica de fluidos.

P. ¿Somos una potencia en eso?

R. Sí, hay alumnos míos en las mejores universidades, Yale, el MIT, Berkeley, París VI.

P. ¿Colabora con la NASA?

R. Colaboro en proyectos subvencionados por la NASA y fui uno de los dos miembros europeos de su comisión de combustión.

P. ¿Y a qué se dedican exactamente, a mejorar la combustión?

R. Sí, el rendimiento sigue siendo bajo cuando algo se quema, la pérdida es segura. Pero la máquina de vapor perdía un 98% de la energía que generaba y ahora aprovechamos en torno al 25%. Se trata de hacer una combustión más limpia, el objetivo para los aviones más modernos es alcanzar el 50%. Pero al mismo tiempo hay que reducir los óxidos de nitrógeno que contribuyen a la lluvia ácida y aumentan el agujero de ozono. Lo bueno es que en cuanto avanzamos un poco en mejorar el rendimiento y disminuir la emisión de contaminantes el beneficio es gigantesco. Pero, entretanto, mejor reducir el consumo.

P. ¿La fuente de energía ideal?

R. La real está en el petróleo, gas y carbón. Pero se acaban. Y es una vergüenza que las malgastemos. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos. Y no sé si podremos hablar ya del de nuestros nietos.

P. ¿Y qué hacemos?

R. Tras la crisis del 73, Estados Unidos reaccionó instantáneamente para reducir el consumo de petróleo. Hablarles ahora del control del uso de la energía es como mentarles la bicha, aunque consumen el 25% de la energía mundial.

P. ¿Por eso fueron a Irak?

R. No han ido sólo por el petróleo, sino a tratar de imponer el orden que estaban obligados a imponer después del 11-S.

P. Y de Kioto ni hablamos.

R. No, claro, pero hay que reducir las emisiones de CO2. Quemamos 8.000 millones de toneladas de combustible al año y eso es un disparate.

P. ¿Anda cerca el apocalipsis?

R. Nuestro mundo ha cambiado radicalmente. Yo tuve el privilegio de ser testigo de la carrera espacial después de salir de un pueblo donde vi llegar la luz eléctrica, y de criarme en contacto muy estrecho con la naturaleza. Hoy el mundo es estúpidamente artificial. Los chavales viven en lo virtual, sus padres adoran el coche... Ese consumo ostentoso de los todoterreno habría que prohibirlo por su desprecio al medio ambiente... Pero veo tanto o más peligro en las guerras preventivas que animan políticos como Rumsfeld o Cheney que en la naturaleza.

Amable Liñán.
Amable Liñán.CLAUDIO ÁLVAREZ

Atlético y aviación

Es atlético de corazón, y quizá su destino lo marcó aquel sensacional equipo del Atlético Aviación. Podría haberse forrado en Estados Unidos, pero Amable Liñán (León, 1934), sabio de la combustión, la mecánica de fluidos, los secretos de la energía y la propulsión de los aviones y los cohetes, decidió quedarse. Entró como becario en un grupo de la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, y ayudó a convertirla en una referencia mundial. En 1993, ganó el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, y hoy imparte cursos magistrales en universidades como Yale y sigue al mando de su nave, orgulloso de haber plantado la semilla de un gran grupo investigador en medio del páramo. Pero añorando, claro, a Ben Barek, Juncosa y Escudero.

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