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La policía de Nayaf insta a los periodistas a dejar la ciudad

El Gobierno iraquí está manejando con pies de plomo la crisis de Nayaf, una ciudad de la que ayer expulsó a los periodistas. Un total de 24 horas después de la ruptura de las negociaciones entre el Ejecutivo del primer ministro, Ayad Alaui, y los representantes de Múqtada al Sáder -el líder chií que encabeza la revuelta que ha puesto en jaque a las tropas extranjeras en Irak-, el ministro de Interior, Falah al Naqib, prometió en un comunicado que no se asaltarán los santuarios sagrados de la ciudad: "El Gobierno ha dictado órdenes claras a las fuerzas de seguridad nacionales para que no ataquen o violen en modo alguno el mausoleo del imán Alí". Y añadió que la misma "solicitud" se ha trasladado a los marines, que rodean desde el viernes a una distancia de escasos centenares de metros la mezquita. Los combates fueron ayer esporádicos alrededor del enorme cementerio de la ciudad.

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Asimismo, uno de los ministros de Estado, Wael Abdul Latif, en conferencia de prensa en Bagdad, reiteró por enésima vez a Al Sáder el ofrecimiento para que se reincorpore al proceso político, que arrancó ayer en Bagdad con la apertura de la Conferencia Nacional. La propuesta tiene escasas probabilidades de prosperar porque Abdul Latif planteó las mismas exigencias que ya fueron rechazadas por el jefe del Ejército del Mahdi durante las negociaciones frustradas: el desarme de la milicia y la salida inmediata de los leales al clérigo radical de Nayaf.

Ofensiva inminente

No obstante, un nuevo obstáculo se interpuso en las iniciativas del Ejecutivo. El gran ayatolá Kazem al Hairi emitió una fetua (edicto religioso) por la que prohíbe a los agentes de la policía iraquí combatir contra las milicias chiíes en Nayaf. "La lucha entre musulmanes está proscrita por el islam. Y atacar los santos lugares no es aceptable, especialmente para los chiíes". Está por ver la influencia que el edicto tendrá entre los agentes iraquíes, pero buena parte de los fieles de esta rama del islam obedecen a rajatabla las fetuas de los más importantes jerarcas religiosos. Al Hairi pidió a los iraquíes que "eviten la fragmentación política y religiosa que impulsan las tropas de ocupación".

A pesar de la prudencia desplegada por el momento por el Ejecutivo, algunos indicios apuntan a que las operaciones militares no se demorarán. El jefe de la policía en la ciudad santa, Ghazel al Jazari, apremió a todos los periodistas a que abandonaran la ciudad inmediatamente. Y aseguró que a partir del mediodía no podría garantizar su seguridad. Poco después, un grupo de agentes se presentó en el hotel en el que se alojan los informadores. "Tengo órdenes de que todos los periodistas se retiren de Nayaf ahora. Los que no lo hagan serán arrestados". Uno de ellos, que trabaja para un medio iraní, fue detenido, informa Reuters. Al Sáder ofreció a los informadores que se refugien en el mausoleo de Alí, donde se parapetan el clérigo y casi mil de sus más leales partidarios.

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