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Reportaje:

Los bereberes se sienten discriminados

Musulmanes de Melilla cuestionan el discurso oficial que pone la ciudad como "ejemplo de convivencia" entre culturas

"Melilla es una ciudad abierta ejemplo de convivencia entre distintas culturas y religiones". Estas palabras forman parte del saludo del presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, del PP, a los visitantes de la web oficial de este enclave español en la costa mediterránea de África. Pero cuando se le pregunta a los españoles de origen bereber, la mayoría de los musulmanes de la ciudad, la sensación de que todos tienen las mismas oportunidades se diluye.

Hace unas semanas se celebró en esta ciudad el Festival de las Cinco Culturas; un intento por favorecer la integración de las comunidades -cristiana, musulmana, hebrea, hindú y gitana- que conviven en Melilla. Pero tras los fastos, un paseo por alguno de sus barrios musulmanes, como El Rastro, muestra que la integración entre todas esas culturas, especialmente de los dos grupos mayoritarios, cristianos (60%) y musulmanes bereberes (30%), está lejos de ser real.

"Si te quieres apuntar a un club de mayoría cristiana, te dicen que ya no hay plazas"

En este barrio del centro de Melilla está la cafetería La Perla, a la que vienen a tomar té verde los musulmanes que acuden a la mezquita del barrio para realizar sus cinco rezos diarios. El té verde, tradicional del Rif, esta región del norte de África en la que está enclavada Melilla, sirve "para combatir el calor y calmar la sed", dice Albdelkader, de 42 años, propietario del local. Pero enseguida se olvida de las tradiciones del pasado para pasar a hablar del presente que le toca vivir. "Tengo esta cafetería gracias al dinero que reuní con los años que trabajé en sitios como Holanda o Lanzarote".

Melilla posee una zona de esparcimiento denominada Puerto Noray, compuesta por más de una decena de locales de ocio. Los únicos musulmanes que se ven por allí son los porteros de esos locales. "Ahí es donde se divierten los cristianos, donde las copas cuestan cuatro euros. Aquí es donde salimos nosotros, que pagamos 0,75 céntimos por el vaso de té, lo que nos podemos permitir", añade Abdelkader. Y continúa con más ejemplos. "Si te quieres apuntar a un club en el que la mayoría son cristianos, te ponen excusas como que el cupo de plazas está lleno".

Todas las tardes esta cafetería se convierte en escenario de lo que ellos llaman su tertulia política. Al final, la conclusión a la que llegan es siempre la misma: "Estamos discriminados. Eso de las cinco culturas es todo mentira", señala Abdelaziz, de 36 años, que lleva 15 en Tenerife trabajando para una empresa que se encarga de organizar excursiones para los turistas en la isla. "Me fui de aquí porque la cosa empezó a ir mal. Mi padre tenía una pensión. Antes, los marroquíes que venían de Europa a pasar las vacaciones a su tierra se quedaban un día en Melilla para realizar compras. Ahora salen del barco y se marchan directamente". Abdelaziz cree que son varias las causas que explican los problemas de los bereberes para encontrar trabajo en su tierra: "En el colegio tenemos que aprender a hablar español, ya que nuestra lengua materna es el tamazigh. Por esa razón el fracaso escolar es muy elevado entre nosotros.

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Si vas a arreglar cualquier papel a la Administración ves que casi no hay nadie que hable nuestra lengua. Luego, te encuentras con que los cristianos ocupan muchos puestos por enchufe. Si te fijas en la policía o en los bomberos, por ejemplo, no hay casi ningún bereber entre sus miembros".

A la tertulia se une Hamid, de 38 años, que también ha pasado varios años en Fuerteventura. "Aquí coges la prensa diaria y lees, que si Semana Náutica, que si Campeonato Internacional de Pádel, y la realidad es otra. Aquí no hay integración; lo que hay es coexistencia". Destaca que, en muchos casos, los musulmanes que tienen dinero en Melilla lo han acumulado gracias al tráfico de droga, "una opción a la que muchos se ven abocados ante la falta de salidas".

Para ilustrar la situación que viven, Abdelkader cuenta que una vecina suya cristiana compró una casa en la zona situada frente a la playa de Melilla con la condición de que en el edificio no viviera ningún musulmán. Un día se enteró de que uno de ellos había comprado allí una vivienda. "Ante el acoso que sufrió, el musulmán pidió como condición para marcharse 25 millones de pesetas por la casa que acababa de comprar, que le había costado 18. No sé qué pasó al final". Ésta es una de las tantas anécdotas que cuentan estos vecinos de la ciudad autónoma a los que se acercan a escucharlos. "Otro día vino alguien pidiendo gente para ir a recoger fresas a Huelva. Se marcharon unos cuantos para allá y cuando les vieron las caras les dijeron que no podían trabajar. Eso a pesar de que les enseñaron el carné de identidad español. ¿Es que sólo querían rubios?", se pregunta Abdelaziz.

Critican que la información que se da sobre los bereberes fuera de Mellila no es real: "Dicen que los partidos que nos representan quieren que formemos parte de Marruecos; ¡pero si nosotros no tenemos nada que ver con ellos. No queremos ser marroquíes!", señala Abdelkader.

Otro de los tertulianos destaca que están viviendo un auténtico apartheid. "Encima leemos en la prensa que los musulmanes que vivimos aquí somos potenciales terroristas. Esto va a acabar mal", sentencia.

El presidente de Melilla repitió el viernes que la convivencia de culturas en Melilla es un ejemplo a exportar. "Mi hija de 11 años tiene amigos musulmanes", alegó.

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