Terra Mítica: crónica de una muerte anunciada
El pasado mes de mayo aparecía la noticia sobre la suspensión de pagos del parque temático de Terra Mítica. Hecho lamentablemente esperado a la luz de la evolución del parque desde el mismo día de su concepción. Resulta innecesario recordar ahora las barbaridades oídas sobre las reflexiones de aquellos que osaron dudar de la viabilidad del recinto de ocio tal como fue proyectado, aunque, bien es cierto, ha sido paupérrima la nómina de opinantes que en su momento advertían acerca de la dificultad de rentabilizar una inversión de esa guisa. Las disidencias respecto a Terra Mítica aparecen ahora, tras la suspensión de pagos, con mayor profusión, sustentadas muchas de ellas por críticos inéditos hasta la fecha, quienes se afanan a emitir juicios, largamente aplazados, sobre la inoportunidad del parque benidormí. En respuesta a los cuales se encuentra el corifeo de apoyo al parque, constituido por un bastión de agradecidos, donde sobresalen las irracionales posturas de los más profundos desconocedores de la realidad de lo que puede ser calificado ya de fenómeno mediático de Terra Mítica. Algunos de estos defensores, los más radicales cabría apuntar, han llegado incluso a "condicionar" (dentro de un orden, claro) su continuidad política y/o profesional al respeto a esta hoguera de las vanidades.
Por otra parte, no deben menospreciarse las bien intencionadas opiniones vertidas en su momento por ilustres visitantes del parque, que coincidían en manifestar que se divertían en el mismo. Legítima opinión, pero sabían quizá a qué precio y el coste para las arcas públicas valencianas de su diversión en Terra Mítica. Ése es el auténtico meollo de la cuestión. ¿Acaso nos podíamos permitir los valencianos un parque con un endeudamiento mítico y cuya aportación final será inferior a la de multitud de atributos de susceptible explotación turística radicados en espacios valencianos inexplorados? La masa crítica del turismo valenciano es radicalmente ajena a incomprensibles ingenierías de ocio enlatado. "Zapatero a tus zapatos" es lo que instruyen las empresas de éxito, lo que significa dedicarse cada cual a lo que mejor conoce. Y en el contexto turístico valenciano, a nadie se le escapa que lo que mejor se sabe hacer por estos pagos es explotar recursos tan naturales y asequibles como las playas. Precisamente y resultado de la experiencia acumulada en la gestión de la costa, en la actualidad el futuro del turismo pasa por la diversificación hacia el interior, aprovechando atributos naturales y rescatando elementos culturales, con criterios de racionalidad empresarial, y la puesta en valor de argumentos turísticos preexistentes que desempeñen un papel de complementariedad en los destinos turísticos. No hacen falta hoy por hoy más inventos y lo ficticio y exógeno a la idiosincrasia de los lugares acaba siendo caro y dando un resultado escasamente rentable y, por ende, difícilmente justificable.
Pero llegados a este punto "cada palo que aguante su vela" y permítasenos subrayar que hace dos años que no hemos emitido opinión sobre Terra Mítica, por lo que se nos debe otorgar la virtud de la prudencia cuando ahora nos atrevemos a ratificarnos en lo que desde un principio hemos venido manteniendo alrededor del político-especulativo-inmobiliario parque temático de Benidorm. Mas como la memoria es corta, especialmente cuando los resultados no son políticamente correctos, nos atreveremos a señalar las veces que en este mismo medio opinamos sobre el injustificable disparate de construir un parque temático de la dimensión y contenido de Terra Mítica. En ese sentido, a quienes gusten comprobar que hemos defendido una misma idea respecto al error craso que representó afrontar un proyecto como Terra Mítica, les invitamos a consultar los artículos publicados en EL PAÍS el 16/04/98, 22/03/00, 15/08/00, 16/08/00, 03/07/01 y 17/09/02. Para una comunidad como la valenciana, donde el turismo constituye un sector estratégico que atesora infinidad de facetas de atractivo para la demanda turística, resulta a todas luces innecesaria la promoción de un didácticamente siempre desarraigado macroparque temático.
Terra Mítica era un proyecto frustrado desde sus orígenes por los propios consejos emitidos por alguna empresa contratada por los inductores del proyecto, con objeto de disponer de un cualificado asesoramiento que avalase la iniciativa. Circunstancia que, al parecer, pasó desapercibida para los menestrales a la sazón responsables del turismo valenciano. No obstante, la desmemoria es entendible ante la incapacidad de aceptar lo errado, así que debe comprenderse que al final nadie recuerde quién contrató, desoyó y pagó los informes sobre la razonada recomendación de no abordar la construcción de un parque temático en la Comunidad Valenciana. Informes, por cierto, asimismo ya encargados con dinero público una década antes, tras la frustración que provocó la huida de Disney a París, y cuyas conclusiones fueron de igual modo desalentadoras respecto a la ejecución de un parque de las características del finalmente construido en Benidorm. Aunque, en aquél entonces, los rectores del turismo valenciano asumieron los consejos por los que se había pagado y ahorraron la angustia que ha originado años después el afrontar un proyecto megalómano y equivocado desde su propia definición.
Dicho lo anterior tan sólo cabe alentar al actual gobierno valenciano, ajeno a los disparates de antaño, a asumir el difícil papel de reconvertir un empecinamiento reiterado hasta el absurdo, tratando de adecuar Terra Mítica al exclusivo papel de complementariedad que puede desempeñar en el conjunto turístico valenciano. Pese a ser tarea de sesudos consultores reorganizar un negocio mal interpretado, tanto por dimensión, por temática o por público objetivo al que se ha pretendido dirigir, nos permitiremos aleccionarles en la eternamente desagradable tarea de poner orden en lo que los más atrevidos han calificado de buque insignia de un gobierno. El Consell valenciano y muy singularmente la Agència Valenciana de Turisme, como brazo ejecutor de la política turística regional, tienen la obligación de dirigir la reorientación del parque en algo que deje de ser un gravoso coste para el erario público valenciano y se adapte al contexto en el que se encuentra, cuyo público es el que es, y mientras no se entienda esta limitación el parque continuará siendo una lacra para la economía valenciana. Su vocación nacional evidentemente ha sido un bluf político y su rentabilidad vendrá de su adaptación al contexto real al que puede llegar. Hoy debe satisfacer el entorno más próximo y en un futuro se podrá pensar en cierta extensión en la influencia del parque. Lo que de ningún modo se ha querido reconocer es que resulta infinitamente más rentable en Benidorm el pequeño parque Mundomar que Terra Mítica. Analícese la ratio que se quiera, por metro cuadrado, por litro de agua consumido, por habitante, por capital invertido y se comprobara "el pozo sin fondo" que significa un parque temático fruto exclusivo de la sinrazón política.
Vicente M. Monfort pertenece a la Universidad Jaume I de Castellón.vmonfort@emp.uji.es
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