La holandesa voladora
Inge de Bruijn inicia en los 100 metros mariposa la búsqueda de su primer oro pese a su año gris
Su vida no ha sido un camino de rosas, ni siquiera cuando explotó y lanzó su imagen de chica rubia y bonita al mundo en los Juegos de Sidney 2000. Sin embargo, Inge de Bruijn sigue sin renunciar a nada. A punto de cumplir los 31 años, saltará hoy a la piscina con la intención de iniciar la búsqueda de su primer oro en la final de los 100 metros mariposa, que se disputará mañana, para afrontar después las pruebas de velocidad de los 50 y 100 metros libre. La holandesa voladora no atraviesa su mejor momento, tal como constata el hecho de que en ninguna de las tres carreras individuales en las que competirá ha logrado la mejor marca del año a pesar de que en dos, los 50 libre y los 100 mariposa, posee el récord mundial.
Su vida pudo cambiar de forma sustancial en 1996, cuando, a pesar de haber conseguido las marcas y tener ya en la mano los billetes para el viaje, fue eliminada del equipo holandés que participó en los Juegos de Atlanta. "Me sentía tan desmotivada", reconoce, "que me alegré de aquello. Necesitaba parar. Llegué a plantearme dejarlo todo. No me sentía en condiciones de competir. Era incapaz de dar el 100% de mí misma". Por entonces tenía 23 años. Es probable que fuera precisamente aquella situación la que le sirvió como espoleta para dar el salto espectacular que la condujo a la gloria.
Su explosión se produjo en 2000, cuando sus tiempos comenzaron a llegar, y ya antes de Sidney alcanzó los récords mundiales en las modalidades que iba a nadar. Fue un serio aviso. Los presagios se confirmaron en septiembre. De Bruijn ganó el oro en los 50 y los 100 metros libre y en los 100 mariposa y la plata en el relevo 4x100 libre. Fue el inicio de una carrera fulgurante y abrió nuevas perspectivas en una natación dominada habitualmente por la potencia estadounidense y la australiana.
De Bruijn era un contrapunto. Y, aunque su carrera dio otro paso adelante en los Mundiales de Fukuoka en 2001 ganando de nuevo sus tres carreras, su vida personal sufrió un descalabro con la separación de su compañero sentimental; la tensiones con su entrenador, Jacco Verhaeren, y sus difíciles relaciones con el ídolo holandés, Peter van Hoogenband. Todo aquello la afectó de tal forma que incluso renunció a participar en los Europeos de Berlín 2002, un año que se pasó casi en blanco.
La llegada de un nuevo entrenador, Hans Elzerman, le permitió recuperar la calma y, sobre todo, la motivación. En los Mundiales de Barcelona, el año pasado, subió de nuevo a lo más alto del podio -50 libre y mariposa- y su carrera pareció enderezar el rumbo. Pero esta temporada sus marcas no están a la altura de su calidad. En los 100 mariposa deberá afrontar el mejor momento de la australiana Petra Thomas y de la eslovaca Martina Moravcova, que la superan en la clasificación, y la probable embestida de la alemana Franziska van Almsick, que busca con ansiedad, a sus 26 años, su primer oro olímpico.
"Estoy preparada", asegura De Bruijn; "sé que no será fácil. Y también que Lisbeth Lenton
[la estadounidense que le arrebató el récord que poseía en los 100 libre desde 2000] será una rival temible en las pruebas de velocidad pura. Pero vuelvo a sentirme bien. Y ésa es una buena noticia para mí". Para ella y para la natación mundial, ya que De Bruijn se ha convertido en uno de los pocos referentes que rompe el dominio estadounidense y australiano.
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