Serpientes de verano
La particular serpiente que anida en nuestro territorio se ha desenroscado una vez más del hacha y ha dejado su huella por la costa cantábrica. Se dice también que habitualmente se arrastra por otras costas españolas, en su intento de expandir no sólo su especie sino los efectos letales de su veneno.
Tal propensión a la ubicuidad sólo se explica por el esmerado celo con el que son incubados sus huevos, en hábitat propicio, que eclosionan al abrigo de las cálidas temperaturas a la par que el ofidio despierta de un prolongado letargo. Se sabe que en algunos lugares hay encantadores de serpientes que son capaces de manejarlas con música, práctica no exenta de riesgo, pero sus cimbreantes movimientos encandilan al personal y eso siempre reporta beneficios. Acaso la plasticidad de la imagen pueda resultar atrayente, pero considero excesivo el riesgo.
En algunas sociedades indígenas son más prácticos: les cortan la cabeza y se las comen. Claro que puede no ser plato de gusto para nuestros delicados estómagos occidentales . Quizás si descendiéramos de nuestro prepotente pedestal "civilizado" aprenderíamos muchas cosas de ellas. Por ejemplo, una adecuada utilización del curare, potente y ecológico paralizador muscular que inmoviliza a quien es inoculado con él.
Ya ven, a poco que uno se fije, se aprende mucho de éstos y otros bichos en los documentales de la 2 (también en los de la BBC, claro).
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