Trampa en la A-3
Domingo 8 de agosto, diez y media de la noche. Vuelvo con mi familia a Madrid, tras pasar un fin de semana de playa. En la A-3, carretera de Valencia, el tráfico es abundante, aunque no hay atasco. Los paneles electrónicos ni siquiera muestran los nuevos mensajes de concienciación. De pronto, a la altura del kilómetro 255, un panel advierte de obras, reducción de tres carriles a uno, y propone una alternativa ininteligible.
La salida propuesta está a 200 metros del panel electrónico, con la sorpresa no hay tiempo para salir de la carretera, ni mucho menos para consultar el mapa. Hemos caído en la trampa, no hay salida. Sólo 500 metros después, el atasco. Más de cinco kilómetros, una hora y diez minutos de retraso. Como yo, miles de personas, pacientes todas, salvo algún insensato que quiere adelantar por el arcén y que queda sin sanción. Uno tiene tiempo para pensar y preguntarse: ¿Dónde está la Guardia Civil? ¿Por qué no está allí para informar a los conductores de la alternativa?
Estoy seguro de que los agentes sirven para mucho más que para esconderse tras un radar. ¿Por qué los paneles electrónicos, desde la misma Valencia, no informan de esas obras, para darnos tiempo a los conductores a consultar mapas y coger la alternativa? ¿Por qué la información de la Dirección General de Tráfico por las emisoras de radio no cuenta que hay cinco kilómetros de atasco camino de Madrid en la A-3?
Domingo noche, en verano, vuelta de miles de madrileños, ¿es necesario que haya obras en ese momento? Una hora y diez minutos después, superamos el tramo de obras. Los conductores estamos más cansados, más tensos. Sencillamente, tenemos más posibilidades de formar parte de un accidente de tráfico. Un poco de información ayuda a prevenir.
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