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Tinto de verano
Columna
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La edad, que no perdona

Elvira Lindo

Lo mejor mío, de siempre, han sido las orejas. Discretas, pequeñas. De pequeña la gente me las celebraba mucho. Mis tías le decían a mi hermana: mira, qué niña más guapa; luego me miraban a mí y ponían un gesto extraño, como de preocupación, y decían: ¡y cuidado las orejas tan preciosas que tiene ésta! Eso decían. Fui una niña muy querida. Eso le contaba a Bicoca el otro día en la clínica veterinaria Los Madrazo, que es donde llevamos a nuestros pequeñuelos a ponerles al día su cartilla de vacunación. Es una clínica que, de verdad te lo digo, tiene unas instalaciones a nivel quirófano que ríete tú del Ruber Internacional. Bicoca decía, chica, es que te dan ganas de hacerte algo. Bicoca ve un quirófano y se tira en plancha a la mesa de operaciones. La pobre habla sin mover la mandíbula porque se ha hecho un pequeño rebanamiento a nivel papada y está en posoperatorio. A mí me da la brasa porque dice que tengo la edad ideal para el retoque, porque dice que, según mi constitución, tiendo a la papada tipo pelícano. Bicoca me aconseja como una hermana. A mí la verdad es que la cirugía me tira, y Monereo me dice que me haría precio, pero me achanté desde un día que escuché a Sara Montiel diciendo que para estirarte la cara te quitan las orejas de un tajo, las reservan en una bandeja y luego las vuelven a pegar. Me da yuyu, la verdad. A ver si luego se confunden y me pegan las orejas de la del quirófano contiguo, y con las tonterías pierdo las orejas, que, como ya digo, es la joya de mi corona. Bueno, los pies también los tengo divinos. Está feo comparar, pero Marilyn Monroe (un ejemplo) estaría buenísima, ahora, hija de mi alma, qué pies tenía. De percebe. Una pena. Escucha, le dije a Bicoca, si yo quisiera, podría ganarme la vida haciendo anuncios de pies. Y Bicoca me dijo que los únicos anuncios en que salían pies eran los de los podólogos, y para que te cogieran en esos castings tenías que tener juanetes o pie de atleta, que lo sabía por una amiga suya que se ganaba la vida con ello. Es matemático: en cuanto Bicoca ve que presumo de algo, va como una hidra a quitarme la ilusión. La quiero mucho, oyes, pero también tengo que defenderme, y la dije: pues las que se operan mucho la cara al final o llevan botas hasta en la playa o se tienen que estirar los pies, que a muchas las está pasando que en los pies se las ve que son abuelas octogenarias. Tú no tendrás ese problema, me dijo henchida de rencor, a ti se te verá nada más mirarte, eso sí, con un burka de rejilla, dejándote las orejas al aire, estarás divina. Y entonces, le dije yo al veterinario, ¿no les sobrará una antirrábica para mi amiga?; y Bicoca le dijo, a ella la ponen el collar antiparasitario, que viene del pueblo y no me fío. Y el veterinario nos dijo en voz baja que si queríamos discutir que saliéramos a la calle, que había animales enfermos, y que un poquito de por favor.

ENRIQUE FLORES

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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