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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

A los escritores estadounidenses aún les queda la palabra

Salman Rushdie, Paul Auster, Russell Banks y otros 12 autores de primera fila celebran un encuentro en Nueva York en defensa de la libertad de expresión y contra los abusos de Bush.

Las palabras las pusieron escritores universales, transversales en el tiempo y el espacio como Miguel de Cervantes, Mark Twain, José Martí, Henry David Thoreau o John Dos Passos. Las voces que las leyeron ante casi un millar de personas fueron las de Salman Rushdie, Paul Auster, Russell Banks, Ariel Dorfman, Don deLillo, Laurie Anderson o Barbara Goldsmith, entre otros. Esta incomparable reunión de talentos literarios gritó en inglés y en español desde el Great Hall de Cooper Unión en Nueva York en defensa de la libertad de expresión y la democracia, derechos que consideran seriamente amenazados por leyes como el Patriot Act, con las que el presidente Bush combate el terrorismo desde hace tres años utilizando la bandera de su país.

Ariel Dorfman decidió rescatar para un encuentro cargado de idealismo a un personaje como El Quijote

Bajo el título justamente alarmante de Estado de emergencia: lecturas no convencionales, el PEN American Center, una organización internacional de escritores y poetas, que hoy preside el novelista perseguido por el ayatolá Jomeini, Salman Rushdie, convocó esta semana a una tarde gratuita en la que la literatura y la protesta se fundieron de forma magistral por boca de 15 escritores presentes ahí.

Denunciar la pérdida de libertades civiles impuesta por el Gobierno republicano estadounidense con la excusa del miedo y así pedir veladamente el voto para la candidatura demócrata que encabeza John Kerry se unieron al puro placer de empaparse de literatura.

A sólo tres meses de las elecciones presidenciales y en una ciudad exacerbadamente politizada ante la llegada de la Convención Republicana a finales de agosto, los neoyorquinos hicieron cola durante tres horas -y algunos hasta intentaron sobornar a los primeros que habían llegado a la fila- para poder conseguir un asiento desde el que dejarse sorprender y emocionar por la fuerza directa de las palabras.

"Me ha conmovido escuchar a Paul Auster leer ese fragmento de La esclavitud en Massachusetts, de Thoreau, que hace 150 años denunció el rumbo que tomó Estados Unidos y se planteaba dudas al ver que sus conciudadanos no reaccionaban, algo con lo que yo me identifico plenamente. Creo que cuanto más antiguos, más valor y más fuerza adquieren ciertos libros", aseguraba tras el encuentro uno de los presentes, con vocación de escritor y tono emocionado.

Quizás por eso, el chileno Ariel Dorfman decidió rescatar para un encuentro cargado de idealismo a un personaje que cumple ahora 400 años y que está considerado el rey de los soñadores: El Quijote, de Cervantes, al que presentó como "el mejor libro de todos los tiempos". Leyó en inglés y en español "porque en este país los otros idiomas también se han vuelto sospechosos", anunció provocando un fuerte aplauso. Escogió el capítulo en el que el fiel escudero Sancho Panza gobierna una ínsula y arresta a un hombre por correr sin motivo aparente y le amenaza con hacerle dormir en la cárcel. Éste le desafía de la siguiente manera: "Si yo no quiero dormir, por muchos grilletes que me pongas no dormiré". Dorfman invitaba así a su audiencia a reaccionar: "Porque todo depende de si estás despierto o dormido".

Eve Ensler, la autora de la novela Monólogos de la vagina, reconoció que en general los artistas estadounidenses han permanecido callados "porque tienen miedo a represalias si expresan su verdadera opinión sobre George W. Bush pero ha llegado el momento de dejar el miedo aparte y la gente ya se está implicando mucho más. Mientras los escritores hablen y levanten su voz todavía tenemos la posiblidad de mantener viva esta democracia", explicó Ensler.

El escritor Paul Auster.
El escritor Paul Auster.JOAN SÁNCHEZ

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