Una comisión con mucho 'trabajo ético'
La comisión de ética del COI fue creada a instancias de Juan Antonio Samaranch, anterior mandatario del organismo durante 21 años y actual presidente honorario. Lo hizo al estallar en 1999 el mayor escándalo, hasta ahora, del movimiento olímpico, tras descubrirse los favores dispensados a algunos miembros del organismo por parte de la candidatura estadounidense de Salt Lake City, ganadora en 1995 de los Juegos de Invierno de 2002. Todo lo relativo a dicha comisión se incluyó en el apartado 25 de la Carta Olímpica, la Biblia del olimpismo. Bajo la dirección del juez senegalés Keba M'Baye se redactó un manual anticorrupción. Según se especifica, la comisión es la encargada de definir y actualizar un Código ético basado en la Carta Olímpica, investigar las violaciones cometidas e incluso proponer las sanciones pertinentes a la comisión ejecutiva. Tal como funciona el COI desde hace años, la cadena no suele variar de opinión. Si la comisión ética recomienda una sanción, la ejecutiva, que es el cerebro directivo, la asume.
Las medidas o sanciones pueden ir dirigidas en primer lugar en el marco del movimiento olímpico en general: a miembros, como sería ahora el caso del búlgaro Ivan Slavkov; a federaciones internacionales y a comités olímpicos nacionales, así como a las asociaciones de ambos, y hasta a las ciudades sedes o a sus comités organizadores. El otro ámbito serían los propios Juegos Olímpicos, desde los atletas hasta cualquier otra persona acreditada que cometa un delito antiolímpico.
En el caso de los miembros, la medida inicial más suave sería la advertencia o amonestación por sus actos. La más grave, la suspensión por un periodo que debe determinar la comisión ejecutiva y que puede extenderse a todos o parte de sus derechos y funciones desde el momento incluso en que se inicia un expediente disciplinario. Es la situación actual, por ejemplo, del surcoreano Un Yong Kim, uno de los hombres fuertes del COI y al que sus manejos han llevado en su país a ser condenado a dos años y medio de cárcel por estafa y malversación de fondos. Es otro de los asuntos que debe abordar estos días la comisión ejecutiva: su expulsión definitiva.
Se castigan así los comportamientos que atentan contra los intereses del COI y, si se confirma que la falta es muy grave, se puede llegar a la expulsión, decidida por la Sesión (formada por todos los miembros) con una mayoría de dos tercios de los presentes. Slavkov podría estar en cualquiera de estos supuestos: haber traicionado el juramento olímpico de honestidad, haberse comportado negligente o conscientemente comprometiendo al COI, o haber desmerecido de alguna forma su función. El presidente del comité búlgaro tiene previsto llegar para la Sesión que se inaugura el lunes y, en cualquier caso, deberá ser oído por las comisiones antes de que se tome una decisión.
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