Pacto para septiembre
Los socialistas intentan orientar las conclusiones de la comisión de investigación sobre el 11-M hacia el futuro más que hacia la petición de responsabilidades por el pasado. Para ello han propuesto incluir entre ellas el compromiso de poner en pie un pacto contra el terrorismo islámico en cuya gestación participen todos los partidos. Con esa propuesta el PSOE trata de asociar a unas conclusiones compartidas a las formaciones minoritarias, sin poner en peligro la continuidad del actual acuerdo antiterrorista con el PP. Empeño difícil a la vista de las reacciones de varias de esas formaciones, que interpretan la propuesta como un intento de cerrar en falso -sin una condena explícita de la actitud del Gobierno del PP- la comisión.
Los temas planteados en una comisión como la del 11-M no pueden zanjarse por mayoría. Para saber que no se detectó a tiempo la preparación del atentado no hacía falta una investigación parlamentaria, y sobre las cuestiones más polémicas, como si hubo mentiras o manipulación, cada cual defiende su versión, acusando y defendiéndose, como en cualquier debate parlamentario. De ahí la desconfianza de los ciudadanos hacia su utilidad, según ha constatado la encuesta del CIS. La imagen de continuidad de la bronca que puede llegar a desprender la comisión es contradictoria con la que quiere proyectar Zapatero (no mirar atrás, etcétera), pero tampoco favorece al PP de Rajoy. A ambos partidos les convendría reorientar la comisión de forma que salieran de ella propuestas más que reproches.
La oferta de consensuar un pacto de Estado tiene la función de favorecer que las conclusiones se planteen desde esa perspectiva antes que desde la de señalar responsabilidades pasadas. Una condición obvia para ello sería que también el PP dejase de sembrar insidias como la de preguntar quién es la X del 11-M. La idea de un nuevo pacto antiterrorista ha sido defendida por IU y por los nacionalistas. Pero la propuesta de estos últimos de transformar el actual pacto PP-PSOE contra ETA en un acuerdo aplicable también al terrorismo islámico es poco realista. El pacto PP-PSOE es un compromiso cuyo contenido concreto (no a la negociación política con ETA, defensa del Estatuto, política penitenciaria, reformas legislativas, etcétera) sólo tiene sentido como respuesta a ese terrorismo en particular. Y ha sido eficaz precisamente por ser suscrito por los dos partidos con posibilidades ciertas de gobernar.
Las medidas a adoptar para hacer frente al nuevo terrorismo son de otra naturaleza. La responsabilidad de aplicarlas corresponde al Gobierno, pero su eficacia será mayor si cuentan con el respaldo de todos los partidos. Ésa es la funcionalidad de la propuesta de dar una salida en positivo a la comisión del 11-M.
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