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VISTO / OÍDO
Columna
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Disparate positivo

Sólo pensar que un disparate es positivo parece un disparate. Pero corrige una vida más disparatada. Disparata el Gobierno: y arregla algo la estúpida vida. El disparate de matrimoniar dos personas del mismo sexo corrige las ventajas sociales que favorecen la unión de dos de sexo contrario. Se pretendía con ella unir títulos (tierras) o intereses fabriles, industriales y comerciales. Y se obligaba a las clases más pobres a aumentar el caudal proletario, soldados y trabajadores, a más bajo precio. Desde el marxismo, se quería procrear en las clases menesterosas para ganar a las superiores en número (Marx odió a Malthus).

Sólo esto permanece en pie: la invasión de Occidente por los hambrientos lleva años sucediendo. Las otras hicieron premios a la natalidad, puntos familiares, viviendas; se prohibieron preservativos o desviaciones del semen hacia puntos estériles (Onán "vertió en tierra" para no engendrar). Y se ahorcaron sodomitas. Esa sociedad mantiene aún esos estímulos, y en muchos lugares los castigos. Está bien que en vez de anular las ventajas matrimoniales se amplíen, aunque sea un disparate. Es una tontería lingüística: no hay mater entre homosexuales, no hay "matrimonio". Y cada vez hay menos mater en las uniones de hombre-mujer. Lo que se enaltece así es el sexo y el amor sin más. Es un revolcón a la mentira absurda de la moral de Estado y religión; aunque sea una inquietante tendencia a eternizar lo que en las vidas largas intenta ser efímero.

Los que pretendíamos el amor libre seguimos considerándolo lo mejor, aunque no nos sirva a nosotros: pero hay una inclinación española visible hacia lo que fue utopía. Es un disparate positivo que el Gobierno y las listas electorales tengan que ser de número igual entre hombres y mujeres, cuando debían ser por méritos. Pero corrige el disparate mayor que mantenía a los hombres en el mando por su fuerza. La tendencia humanista consiste en reducir el poder por la fuerza; dar a los menos fuertes compensaciones contra la espada que ocupan la falsa inteligencia. El disparate real corregido es el que mantiene la magia al frente de los estados: se ve un obispo mandando, revestido de antiguo y profiriendo ensalmos, y se comprende que las iglesias son disparates. El Gobierno éste es su víctima. ¿Por qué no cesa la subvención hacia la riquísima y enloquecida Iglesia opresiva y amenazadora?

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