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Reportaje:LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

Palabras para los ausentes

En las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo se siguen recibiendo mensajes de solidaridad con las víctimas del atentado

"Ainhara y Andrea, de nueve y cinco años, mandan un besito a todas las personas que están en el cielo. Muá!". 20 segundos después de que aparezca este mensaje en las pantallas instaladas en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia para homenajear a las víctimas de los atentados del 11-M, aparece otro: "Qué fácil es matar y qué difícil es vivir. María". Así hasta casi 30.000, que han sido enviados desde que el pasado 9 de junio este Espacio de palabras sustituyó a las velas, flores y mensajes escritos a mano que inundaban el santuario creado por los ciudadanos de forma espontánea tras la matanza. Ahora, esas muestras de solidaridad de las primeras semanas se pueden contemplar grabadas en las mismas estaciones, a través de unas pantallas de televisión.

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En sus imágenes, que muestran caras emocionadas de ciudadanos, se ve una cartulina blanca con un espejo en el centro donde se lee: "Mírate, te podía haber tocado a ti. ¡Basta ya!". Éste y el resto de mensajes de esos días serán recopilados en un libro.

Las manos de quienes escriben los mensajes en estos espacios virtuales son registradas por medio de un escáner. Manos iguales a las que los españoles mostraron en julio de 1997 cuando pedían por las calles la libertad de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP de Ermua (Vizcaya) asesinado por ETA. Pero la aparente frialdad de las nuevas tecnologías no es, en realidad, tal. Blanca, de 60 años, vive en Austria pero está de vacaciones en Madrid, donde nació. Llora mientras lee los mensajes. "Es que hay gente que ha sufrido mucho", dice.

El ministro del Interior francés, Dominique de Villepin, que estuvo de visita en España en julio, no olvidó pasar por Atocha: "Siempre me recordaré. Francia está a vuestro lado, con determinación y fidelidad a nuestros valores comunes". Pero no es necesario venir hasta las estaciones para mostrar el apoyo a las víctimas. También se puede hacer por Internet a través de la página www.mascercanos.com. Los dos primeros días se colgaron 7.000 mensajes. En verano, su número ha disminuido, pero nunca han sido menos de 200 diarios. Para evitar los que puedan ser ofensivos, todos pasan un filtro antes de ser incluidos en el sistema.

"Un mensaj pentrutoti...", se empieza a leer en la pantalla. Teclea Valentín, de 27 años. Lo han operado tres veces desde que el 11 de marzo las explosiones en los trenes de Atocha lo llevaron directamente al hospital, donde pasó 51 días. Ya puede caminar sin muletas, a pesar de los tornillos que le han colocado en la pierna derecha. Aquella mañana venía en un tren que paró justo al lado del cercanías en el que se acababa de producir la primera explosión. Fue corriendo a ayudar cuando le sorprendió una segunda detonación. Ahora vuelve arrastrando su cojera y escribe en su idioma: "Un mensaje para todos los rumanos que pasaron aquellos momentos, de uno que estuvo allí".

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Hay más mensajes. De Argentina, Chile o México. De Paula y de Jesús. De Óscar, que sólo pregunta "¿por qué?", y de Rubén, de Puertollano (Ciudad Real), que hace trasbordo en Atocha a la espera de la salida del tren que lo lleve a casa después de sus vacaciones. Tiene 21 años y le gusta Mecano. Por eso dedica a las víctimas un fragmento de la canción de este grupo titulada Otro muerto: "Yo no sé ni quiero de las razones que dan derecho a matar. Deben ser la hostia porque el que muere no vive más".

Después llega Marina, una niña valenciana de 10 años que viene con sus padres. Quiere que "aquello no vuelva a ocurrir". Y pone con sus manitas a los que se fueron: "Hasta siempre".

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