Problemas con solución a corto plazo
Aproximadamente dentro de cuatro meses, los ciudadanos estadounidenses votarán como futuro presidente bien al actual titular republicano, George W. Bush, o bien al aspirante demócrata, John Kerry. Los estadounidenses van a vivir una época tensa y apasionada durante los próximos días de verano y de otoño. La política exterior de Bush ha alejado a muchos no estadounidenses por culpa de su actitud no conciliadora e individualista. Independientemente de que los estadounidenses se sientan o no más seguros frente al terrorismo después de que el cruel dictador de Irak fuera depuesto, el terrorismo mundial es más temible ahora en 2004 que en cualquier otro momento de la historia. Las elecciones y la política se ven muy afectadas por los ciclos de crecimiento o recesión de la economía. Recíprocamente, la política afecta mucho a la salud económica.
Si la depreciación del tipo de cambio se vuelve "desordenada", la Fed restringirá el crédito, con suficiente dureza como para provocar una recesión
La mejor esperanza de victoria para el aspirante Kerry sería (1) que la recuperación estadounidense no mejore en el segundo semestre de 2004 y (2) que el estancamiento y la violencia en Irak sigan pareciendo sin solución. Lo que antes parecía una reelección fácil para Bush se convierte ahora más bien en una apuesta de probabilidades igualadas. Descarto por inconcebible que EE UU entre en una recesión absoluta entre hoy y mediados de 2005. Tampoco es concebible que nosotros, y el resto del mundo, estemos a punto de repetir la inflación galopante de la década de 1970. El petróleo ya no es tan importante.
Tenemos suerte de que los principales arquitectos de la política económica -la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón, e incluso el Banco Central Europeo con sede en Francfort- den señales de haber aprendido mucho sobre cómo actuar para amortiguar los futuros ciclos económicos. Los encargados de la geopolítica no dan señales de haber aprendido tanto. Son los extremistas y no los sabios los que tienen la capacidad de desestabilizar la frágil paz.
Hasta el más sabio de nosotros tiene que mostrarse humilde a la hora de predecir si están a punto de producirse catástrofes económicas inesperadas, y dónde. Observemos con cautela si el futuro aumento de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal hace que bajen los precios bursátiles de Nueva York y extranjeros. Eso es lo que ocurrió a comienzos de la década de 1990. Sin embargo, esta vez la Reserva Federal de Greenspan está siendo en todo caso excesivamente tímida en su proyectada restricción de los créditos.
El problema es saber si la excesivamente desarrollada China será tan hábil a la hora de reducir su hiperactividad. Sin embargo, como último o incluso primer recurso, la dictadura china de un solo partido tiene capacidad para introducir controles de capital si las cosas se ponen mal.
Cuando hace muy poco que hemos dejado de preocuparnos por los peligros de la deflación en Japón y en EE UU, sería esquizofrénico empezar a preocuparnos tan pronto por una inflación mundial galopante. En algún momento del futuro la impulsiva reducción de impuestos a los ricos llevada a cabo por Reagan y Bush debilitará la calificación crediticia estadounidense y conducirá a una grave secuencia negativa para el dólar. Ahora debemos a los extranjeros mucho más de lo que ellos nos deben.
¿Puede mantenerse este endeudamiento creciente? Sí, puede continuar durante mucho tiempo e incluso empeorar. Hasta ahora, algunos países con excedentes comerciales estaban dispuestos a invertir esos excedentes en activos financieros estadounidenses. Pero entre 2010 y 2020, la población de otros países descenderá. En EE UU, el exceso de fallecimientos comparado con el número de nacimientos disminuirá la base impositiva cobrada a los ciudadanos en edad laboral. Sin mala intención, la ley económica tentará a nuestros acreedores a liquidar los activos estadounidenses que antes se alegraban de mantener.
Esto depreciará el dólar. Al principio, parecerá bueno, porque nuestros trabajadores y productores serán más competitivos frente a los productores extranjeros. Pero si la depreciación del tipo de cambio se vuelve "desordenada", los futuros gobernadores de la Reserva Federal restringirán el crédito, con suficiente dureza como para provocar una recesión grave y seria. Recuerden dónde leyeron por primera vez esta profecía; recuerden también que el perder el sueño en 2004 por problemas que podrían surgir en 2024 si no aprendemos a corregir los errores de siempre es de paranoicos.
© 2004, Tribune Media Services Internacional
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