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Entrevista:Jacques Herzog | Arquitecto

"Ésta es también una era de arquitectura basura"

Acaba de volver del mar. "Lo siento, pero tengo que darme un baño", dijo el pasado jueves, recién llegado a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, el arquitecto suizo Jacques Herzog (Basilea, 1950), ante la sorpresa del comité de bienvenida que esperaba con ansias a la mitad perfecta de ese estudio de lujo de cinco estrellas de la arquitectura internacional, Herzog & De Meuron. La pareja con la que trabaja hace años es su amigo de toda la vida, el también suizo, también arquitecto y también nacido en 1950, Pierre de Meuron. Ganadores del Premio Pritzker 2001, algo así como el Nobel de la arquitectura, la UIMP concedió esta semana a ambos su medalla de honor, que Herzog recibió en viaje relámpago.

"Queremos que el edificio sea importante para la ciudad más allá de la cita específica del Fórum 2004, que sirva cuando éste termine"
"El éxito de nuestros edificios radica en que la gente disfruta estando en ellos, puede utilizarlos para reunirse e incluso celebrarse a sí mismos"

Lo vuelve a hacer de nuevo: incapaz de resistir la tentación de una postal en la que el Atlántico y las hortensias se reparten el paisaje, minutos antes de esta entrevista se ha ido al mar, casi como para probar que, como repite, "la arquitectura es percepción de la vida". ¿Qué tal fue? "Muy bien, gracias", dice sonriendo uno de los padres de la Tate Modern, de Londres, y del edificio emblemático del Fórum, veinte minutos antes de partir a San Sebastián, donde pasará unos días de vacaciones.

Pregunta. ¿Ha vuelto al Fórum desde su apertura?

Respuesta. Sí, de hecho estuve allí el jueves, antes de llegar a Santander. No visité la exposición porque no tenía tiempo, pero sí fui a nuestro edificio porque no lo había visto totalmente terminado.

P. ¿Y cómo lo encontró?

R. Estoy muy contento con el resultado, pero sé que la exhibición y su convocatoria no van tan bien como se esperaba. Por supuesto, como arquitecto, lo que más deseo es que el edificio funcione bien en el contexto de la ciudad y de su vida cotidiana, a la luz del día. Algo que sólo será apreciable tras el final del Fórum 2004. Por eso, paradójicamente, espero el futuro.

P. ¿Siente que la exhibición ahoga su edificio?

R. Sí. Es un edificio para la gente, con su plaza cubierta, su mercado, su capilla. Lo vi con demasiadas barreras, convertido casi en una fortaleza. Me sorprendió ver que parte del espacio está cerrado y con vallas de distinto tipo, que destruyen la imagen del recinto. Pero pienso que el futuro lo mostrará tal como lo soñamos, en concordancia con la ciudad y perfectamente ajustado a ella. El éxito del Fórum está por venir.

P. Declaró usted recientemente que, tal vez, "el error del Fórum 2004" haya sido usar la exposición como excusa para construir el edificio sin explicar mejor a la gente la utilidad de la construcción.

R. Hablé de eso en una rueda de prensa, sí. En realidad no puedo señalar las razones por las cuales la exposición no va tan bien como se esperaba. En cuanto a nuestro proyecto... Barcelona es una ciudad que está muy orgullosa de producir edificios para convertir la ciudad en la ciudad que desean y usan la arquitectura para promocionar la imagen de su ciudad como una de las más vanguardistas y radicalmente pensadas y construidas del mundo. El Fórum es un buen ejemplo. Puede que haya gente que piense que es estúpido gastar tanto dinero para algo que al final puede no resultar. Yo no estoy de acuerdo, porque el edificio no se pensó como algo transitorio. Tanto el alcalde como nosotros lo concebimos para durar y para tiempos en los que no hubiera allí megaeventos. El juicio sobre una obra no puede depender del éxito de una exhibición o de un congreso. Queríamos y queremos que el edificio sea importante para la ciudad más allá de la cita específica del Fórum 2004, que sirva cuando éste termine. Por eso hay zonas destinadas a la exhibición, hay un auditorio con capacidad para 3.200 personas, pero agregamos también una gran plaza pública, para lo cual debimos hacer levitar la estructura, para permitir que la gente la viva a la luz del día. Pudimos haberlo dejado sobre el suelo y habría funcionado igual, pero un espacio cerrado no era nuestra idea. El proyecto intenta crear un punto de encuentro, como puede serlo el parque Güell. Creo que es muy importante que el edificio exista y que se haya apostado por su construcción. En Suiza, en Inglaterra, en Alemania sería altamente cuestionado porque nada que no sea estrictamente necesario se construye. Pero yo prefiero esta muy urbana manera de pensar, que es más la cultura del sur del mundo.

P. Los edificios diseñados por Herzog & Meuron marcan tendencias en el mundo de la arquitectura por su capacidad para combinar el arte con la vida cotidiana. Mucho se ha escrito sobre su estilo, ¿cómo lo definiría usted?

R. Tratamos de escapar de los rótulos, quizás ésta sea nuestra firma más evidente: no tenemos firma. Y no la tenemos porque no sabemos en verdad qué es la arquitectura. Intentamos en cada proyecto encontrar nuevas formas para aproximarnos a ella, nuevos modos de definirla y de encontrar las condiciones y las raíces de la arquitectura de nuestro tiempo. Es evidente que la arquitectura ha sobrevivido como una muestra importante de la cultura, y hoy la aceptan tanto la gente como los gobiernos y los poderes políticos y económicos. Pero podría no ser así y ése es un riesgo. Podría haber quedado situada en un segundo o tercer nivel, como una mera plataforma material de nuestra existencia. Pienso que en los últimos años la arquitectura ha probado que puede contribuir de modo interesante a hacer una ciudad famosa o a darle un logotipo que la distinga, sino también para mejorar nuestras vidas, para hacerlas más sencillas y más plenas. Para eso fue concebida inicialmente y eso es lo que la hace tan apasionante.

P. ¿Cree de verdad que la arquitectura está en peligro, que corre riesgos?

R. Sí. Hoy lo que manda es el entretenimiento: música, cine, medios digitales, lo virtual lleva la delantera y la arquitectura no está al margen. Eso divide nuestra cultura y se ve en la vida cotidiana, en ámbitos muy familiares como el de la comida. La cultura de la comida ha decaído a un nivel terrorífico por la influencia de la cultura estadounidense. ¿Vamos a aceptarlo o vamos a luchar contra ello? La gente se nutre en el estilo de la comida basura en centros de entretenimiento. La cultura del vino se ha perdido y con ella la cultura del diálogo: no te sientas a la mesa, no charlas con el vecino. Todo esto, creo, está conectado. No lo señalo desde un punto de vista moral, sino de una manera meramente descriptiva para mostrar cómo hemos perdido cosas cuya carencia nos empobrece.

P. ¿Cómo afecta esta situación a la arquitectura?

R. Ésta es también una era de arquitectura basura. El 95%, por no decir el 99%, de lo que se construye es basura. Edificios desagradables, feos, ecológicamente estúpidos, con enorme gasto de tiempo y de dinero. Hay que preguntarse qué queremos para el planeta, dónde queremos vivir juntos, dónde queremos establecer nuestras vidas. ¿Queremos apenas sobrevivir o mejorar el diálogo entre la gente en las ciudades, haciendo que los edificios dialoguen también con el entorno? Definir eso es tan importante como hacerlo posible no sólo para una élite, sino para todos. No hacer edificios sólo para Prada, sino para multitudes. Éstas son preguntas que trascienden la arquitectura, en realidad.

P. ¿Sigue enojado con el Guggenheim de Bilbao?

R. ¿Enojado? No, hay que ser muy precisos. Creo que a muchos niveles, el edificio es fantástico y muy positivo para Bilbao. Pero mi crítica fue que una institución como ésa debe estar conectada con la cultura local; si no, parece algo ajeno, casi alienígena. La crítica se refería a una institución cultural y a un edificio con los que ahora se identifica la ciudad, pero que, creo, no la han renovado interna y profundamente. Es muy importante pensar en cómo usar y en cómo programar la construcción de los espacios, por eso empecé hablando del Fórum: nuestro edificio también podría haber sido un gran triángulo extraterrestre aposentándose en la ciudad, pero al proyectarlo, tratamos de que hubiera un encuentro entre arquitectura y urbanismo.

P. Una relación difícil, teniendo en cuenta los intereses que se mueven en términos urbanísticos.

R. Compleja, pero esencial. El desafío es crear objetos inteligentes, topografías inteligentes para reunir a la gente. Más aún cuando se llaman Fórum, un lugar para todos, un lugar de encuentro. Finalmente, la arquitectura es esto: nociones muy simples, que rozan lo esencial, y que, sin embargo, no siempre se ponen en práctica por vanidades o expectativas equivocadas. Me preguntaba por nuestro estilo... Creo que nuestra arquitectura es más una investigación sobre el terreno, y eso supone asumir realidades cambiantes y una complejidad que incluye preguntas y diversidad. Eso es lo que prima más que la voluntad de llevar nuestra marca donde sea. Creo que eso explica el éxito que desde el comienzo han tenido las grandes instituciones que diseñamos como la Tate Gallery. El éxito se da porque la gente disfruta estando en ellos y puede usarlos como plataformas para reunirse, encontrarse, divertirse e incluso celebrarse a sí mismos.

P. ¿Sus proyectos en el Caixaforum en Madrid y el estadio olímpico de Pekín participan de ese espíritu?

R. Sí, el centro cultural en el corazón de Madrid, frente al Prado, es un edificio que acompañará el nacimiento de una institución nueva. El Reina Sofía ya existe; el Thyssen y el Prado, también. Esto será algo nuevo, bueno para la ciudad y para nosotros. En cuanto al estadio olímpico, la historia es muy larga, pero le diré que hemos hecho lo posible para construirlo tal como lo hemos soñado, y que si lo conseguimos, será el símbolo arquitectónico más importante de la China contemporánea. Creo que, de cara al futuro, es un gran reto encontrar el camino para desarrollar ese tipo de grandes espacios. Es allí donde se decidirá si la arquitectura puede ser vista, sentida y aceptada por la gente como algo vital, de lo que participa y disfruta o si se verá como una mera disciplina funcional.

Jacques Herzog, en los jardines del palacio de la Magdalena.
Jacques Herzog, en los jardines del palacio de la Magdalena.JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE
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