Un suicida mata a 70 personas en Baquba
Los ataques se extienden por Irak al cumplirse un mes de la cesión de la soberanía por EE UU
Irak vivió ayer una de sus jornadas más sangrientas desde la invasión norteamericana y cuando se cumplía un mes de la transferencia de soberanía por parte de EE UU al nuevo Gobierno interino. Un suicida con un coche bomba se abalanzó contra una cola de jóvenes que pretendían alistarse en la policía y mató a 70 personas en la ciudad de Baquba, a 65 kilómetros al norte de Bagdad, uno de los feudos de la resistencia suní. Mientras, al sur de la capital, en la ciudad de Suwariya, se desarrollaban fieros combates entre la insurgencia y miembros de la Guardia Nacional iraquí, apoyados por fuerzas especiales de EE UU y tropas ucranias. Siete militares iraquíes y 35 rebeldes murieron.
El coche cargado de explosivos adelantó un minibús con una veintena de personas a bordo justo antes de estallar en las cercanías de la comisaría de policía, donde se inscribe a los aspirantes a ingresar en las nuevas fuerzas de seguridad. El minibús resultó alcanzado de pleno y los pasajeros se convirtieron en teas humanas. La escena fue absolutamente dantesca con miembros y cuerpos esparcidos por la calle, mientras ardían el coche del suicida, el minibús y otros vehículos aparcados en las cercanías. El edificio del Registro y el mercado adyacente resultaron semidestruidos.
No hubo ambulancias suficientes en Baquba para trasladar a los muertos y al medio centenar de heridos. La policía tuvo que hacer uso de camionetas en las que se amontonaron los cadáveres o en las que se trataba de evacuar a personas heridas con la cabeza abierta, sin un miembro o chorreando sangre por infinidad de heridas.
"Nos enfrentamos a fanáticos capaces de cometer cualquier acción que cause un número elevado de víctimas entre nosotros", declaró el viceministro de Exteriores iraquí, Labid Abaui. "Sus ataques están más dirigidos contra nosotros, contra la policía, que contra las tropas extranjeras", añadió.
Fue el atentado más mortífero ocurrido en Irak desde que en agosto del año pasado una bomba colocada en la principal mezquita de Nayaf, la ciudad santa de los chiíes, matara a 80 personas. La mayoría de los muertos son muchachos dispuestos a desafiar el riesgo que supone hoy en día ser policía en Irak a cambio de unos centenares de euros. Las comisarías y puestos de reclutamiento se han convertido en uno de los principales objetivos de los extremistas islámicos que luchan contra EE UU y contras los "traidores colaboracionistas".
90.000 policías
La anterior Administración norteamericana de Irak dio luz verde a la creación de un cuerpo de policías, cuando se dio cuenta de que no podía atajar la delincuencia. En la actualidad hay unos 90.000 policías iraquíes en activo, pero la mayoría carece de una formación adecuada y sólo ha recibido cursillos de cuatro a seis semanas en Jordania y otros países de la zona.
Los continuos ataques de estos últimos meses han motivado que muchos de los inscritos renuncien cuando les llaman a realizar el cursillo y entrar en el cuerpo, aunque el tremendo paro y la urgencia, sobre todo entre los que tienen hijos, de tener un sueldo fijo hacen que a diario se formen colas ante los centros de reclutamiento.
Al igual que el pasado 24 de junio, cuando una serie de ataques dejó 100 muertos, la barbarie de Baquba parecía coordinada con otras acciones insurgentes. En Balad Ruz, al este del país, un artefacto de fabricación casera colocado en un lateral de la carretera al paso de un convoy estadounidense hacía saltar por los aires un blindado y dejaba un soldado norteamericano muerto y tres heridos.
Mientras, al sur del país, en la ciudad de Suwariya, se desataban fieros combates entre rebeldes y efectivos de la nueva Guardia Nacional iraquí, que contaban con apoyo de fuerzas de EE UU y de Ucrania. Según el mando militar norteamericano, murieron siete soldados iraquíes y 35 insurgentes. Otros 10 militares iraquíes resultaron heridos y unos 40 rebeldes, detenidos. En Bagdad, un misil cayó en una zona residencial cercana a la calle de Haifa. Dos personas murieron, entre ellas un niño de 13 años, y siete personas resultaron heridas.
El Ejército Islámico de Irak anunció ayer que había asesinado a dos rehenes paquistaníes, según un video remitido a la cadena Al Yazira. Uno de los muertos es un técnico y el otro un conductor. El mismo grupo aseguró haber liberado a un tercer paquistaní, que se había declarado "arrepentido" de sus actividades en Irak. Desde Pakistán, el portavoz del ministerio de Exteriores, Masud Jan, condenó los asesinatos y aseguró que "los captores han cometido un crimen contra la humanidad, contra el Islam y los pueblos de Pakistán e Irak", y añadió que las familias de las víctimas habían quedado "devastadas".
Pakistán había pedido en repetidas ocasiones a los secuestradores que liberaran a sus ciudadanos aduciendo que eran inocentes y que no tenían nada que ver con la situación internacional.
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