Serge Reggiani, el héroe triste de Becker,Visconti y Melville
El cantante y actor francés Serge Reggiani, uno de los últimos intérpretes de la canción clásica francesa, falleció en la madrugada del 23 de julio en París, a los 82 años, víctima de un ataque cardíaco
Para quienes no conozcan Casque d'Or, de Jacques Becker, es posible que Serge Reggiani sólo sea un buen actor y excelente cantante, pero para quienes hayan visto ese filme de 1952, Reggiani es la encarnación misma del héroe popular, triste y honesto, atrapado por el destino, capaz de amar como nadie a Simone Signoret, un aprendiz de carpintero que lucha por abrirse paso en el mundo.
Nacido en Reggio, Italia, en el año 1922, Serge Reggiani se instaló en Francia cuando sus padres buscaron cielos más clementes que los de la Italia mussoliniana. En su país de adopción tuvo que soportar toda clase de bromas humillantes sobre su origen de emigrante pobre y transalpino, un rital, como se dice en argot.
Si antes de la guerra trabaja como ayudante de peluquero, la declaración de hostilidades le obliga a buscarse otra cosa que barbas que afeitar. El azar le convierte en actor de teatro en 1941; luego Jean Cocteau le quiere para su puesta en escena de Les enfants terribles, y, al acabar la guerra, Marcel Carné le contrata para Les portes de la nuit (1946). Es su segundo filme y su primer gran éxito.
Clouzot -Les amants de Verona-, el ya citado Becker y el gran Max Ophuls -La Ronde (1950)- anticipan su encuentro con Jean Pierre Melville -Le Doulos (1962) y L'armée des ombres (1969)- y, sobre todo, con Luchino Visconti, que le viste de pana amarillenta y le hace pasear por en medio de los requemados paisajes sicilianos rodeado de perros de caza.
Un debutante, Constantin Costa-Gavras, le incorpora también al reparto de su primera película -Compartiment tueurs (1965)- y tiene suerte, como la tendrán Claude Sautet -Vincent, François, Paul et les autres- o Lelouch de poder contar con su talento de actor de cine, puesto que, desde 1964, Reggiani se ha descubierto una segunda identidad, ahora como cantante. La cantante Barbara ha jugado un papel importante al invitarle como artista que ocupa la primera parte de sus recitales. Su primer disco toma temas de Boris Vian; el segundo, de Moustaki y Dabadie.
Canciones como Ma liberté, Sarah , Votre fille a vingt ans, Le petit garçon, L'Italien o Les loups sont entrés a Paris son enormes éxitos en el mercado francófono y hacen que Reggiani, por otra parte muy combativo siempre respecto a cualquier cuestión que supusiese el maltrato de las minorías, se transforme en un personaje muy apreciado por los jóvenes rebeldes de Mayo del 68, que le invitan a cantar en sus facultades universitarias ocupadas.
El año 1980 es crucial para Serge Reggiani, pues su hijo Stephan, de 35, se suicida. La depresión autodestructiva del padre se prolongará durante casi quince años y Serge reconocerá a posteriori su dependencia del alcohol.
En el transcurso de los últimos cinco años había publicado un nuevo álbum, escrito su autobiografía, pintado decenas de telas y cantado en público en innumerables oportunidades, la última de ellas en el Palacio de Congresos de París, el año 2003.
Cantantes actuales como Sanseverino, Benabar, Renaud o Patrick Bruel grabaron hace apenas dos años un disco de homenaje a Reggiani en el que recuperaban y actualizaban todos sus viejos éxitos.
Entre los grandes amigos de Serge Reggiani figuraban Pablo Picasso, de quien recibió lecciones de pintura, y Jean Paul Sartre, a quien profesaba una enorme admiración. En su momento, Reggiani estrenó en el teatro Les séquestrés d'Altona y se mantuvo al frente del reparto durante 420 representaciones.
Ojos caídos, figura delgada, voz grave, Reggiani era un intérprete de otra época, de cuando los personajes salidos del universo popular aún no estaban obligados a tener aspecto de brutos recién escapados de un gimnasio, pues podían conciliar una cierta aura romántica con el compromiso concreto de lucha contra las injusticias de su tiempo.-
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