Carritos de la compra con 'súper'
Los gasolineros temen la proliferación de surtidores en centros comerciales; las grandes superficies denuncian las trabas burocráticas
Las medidas adoptadas por el Gobierno en junio de 2003 para liberalizar la distribución de combustibles y fomentar su venta en hipermercados y supermercados, tropiezan, según las grandes superficies, con las trabas de algunos ayuntamientos, que tendrían paralizadas unas 50 licencias municipales para instalar surtidores en centros comerciales. Los titulares de las estaciones tradicionales se quejan de esta competencia, que consideran desleal, porque ofrecen precios que las gasolineras de siempre no pueden aplicar por la diferencia de márgenes. En las cadenas de distribución se trata sobre todo de un "gancho" para atraer clientes. En Francia casi la mitad de la venta de combustible se realiza en este tipo de establecimentos, una situación que en España, en el mejor de los casos, apenas superaría el 10% de las ventas. Aun así. su proliferación coincide con el cierre de las primeras estaciones de la red tradicional.
En Francia hay más de 4.000 estaciones de servicio -cerca del 50% del total-, situadas en grandes y medianas superficies
Muchas estaciones de servicio de la red tradicional han reducido sus ventas a la mitad manteniendo los mismos costes
Las espadas siguen en alto. Desde el inicio de la liberalización de la distribución de los combustibles en España, no ha pasado mucho tiempo sin que saltaran a la palestra alguno de los sectores afectados denunciando situaciones "injustas", agravios comparativos, o incluso denuncias de prácticas abusivas o incluso ilegales como el dumping (venta por debajo del precio de coste).
La última batalla mostraba su cara hace unas semanas con la denuncia por parte de Javier Millán Astray, director general de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución -ANGED-, de la paralización de 50 nuevas estaciones de servicio en las instalaciones de centros comerciales. Los trámites administrativos de los Ayuntamientos implicados y lo que los distribuidores denominan trabas de las propias gasolineras, son los responsables de este freno a la implantación de una mayor competencia, que debería conducir a una reducción de los precios.
José María Larramendi, director de la secretaría general del Grupo Eroski, se queja de los más de tres años que llevan peleando por la apertura de una gasolinera en uno de sus hipermercados, en Santander. "El nivel competitivo en este tramo del negocio de los combustibles es bajo", señala, "hay mucho margen todavía para aumentar la competencia y no hay por qué renunciar a situaciones como la de Francia". En Francia casi la mitad de la venta de combustible se realiza en puntos de venta situados en supermercados o grandes superficies, y es un modelo al que no les importa acercarse las cadenas de distribución que apuestan en España por la instalación de gasolineras en sus establecimientos. De los 8.600 centros comerciales susceptibles de instalar en ellos una gasolinera, hay más de 4.000, mientras que en España en el mejor de los casos y con todo a favor durante los próximos años, apenas se alcanzaría el 10% de las mismas.
En el lado opuesto se encuentran los titulares de las estaciones de servicios que se ven afectadas por esta competencia que consideran "absolutamente desleal", en palabras del secretario y portavoz de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio, Casto Bravo, para el que resulta totalmente injusto su sometimiento a unos proveedores -las refineras- que les imponen unos márgenes que normalmente oscilan "entre 7,5 y 8 pesetas, mientras que en el mercado libre, que es en el que se abastecen las cadenas de distribución, disfrutan de 13 o 14 pesetas".
La diferencia es lo que las petroleras descuentan por las inversiones que van implícitas en el abanderamiento de las gasolineras: mantenimiento, uniformes, etcétera... Esa diferencia además les permite, no sólo reducir el precio final del combustible en un negocio en el que puede que no obtengan grandes beneficios, sino utilizarlo como "cebo" para llenar el carrito de la compra con productos con los que sí "disfrutan de márgenes del 30% o el 35%".
Llueve sobre mojado
El problema para Casto Bravo es que llueve sobre mojado, porque a la competencia de los hipermercados y supermercados hay que añadir la de las cooperativas agrícolas que se abastecen desde hace tiempo de manera directa, lo mismo que las de transporte o los clientes con flotas importantes que tienen sus propios depósitos y tienen también acceso al proveedor directo.
"Desapareció un monopolio público estatal y nos encontramos ahora con un oligopolio privado igual de duro", señala Bravo. Pero curiosamente los responsables de esta actividad en las cadenas de distribución utilizan también la palabra monopolio para denunciar la situación ante la que se encuentran, cuando llegan a una ciudad y tratan de abrir una estación de servicio en uno de sus establecimientos. Aunque las leyes les amparen, y consigan todos los beneplácitos necesarios: permisos, exigencias técnicas... "la teoría es una cosa y la práctica es otra", señala José María Larramendi recogiendo el sentimiento general de sus colegas, al denunciar que las administraciones locales retrasan muchas veces artificialmente las licencias para la apertura de gasolineras en sus instalaciones.
"No te lo pueden impedir, pero sí prolongar el permiso hasta el final de los tiempos", señala el portavoz de Carrefour, la firma de distribución que más gasolineras ha instalado en España: 47 en sus hipermercados y 27 en los supercados Champion.
Y la verdad es que las repercusiones en el entorno cada vez que se inaugura una de ellas, no se dejan esperar. Los propietarios de las estaciones más cercanas , tanto si son abanderados como las propias refineras, tienen que bajar inmediatamente los precios para adaptarse a la nueva competencia. En un porcentaje que depende de la distancia a la que se encuentren de los nuevos surtidores, más baratos.
La incidencia es como las ondas que se forman en el agua al arrojar una piedra, pero su influencia puede llegar "hasta un radio de acción de 70 kilómetros", según Casto Bravo.
De cualquier manera, y aunque algunos responsables añoren la situación francesa, va a ser difícil que nos acerquemos a ella. Sin ir más lejos, Eroski tiene 21 establecimientos al norte de los Pirineos y en todos ellos hay una estación de servicio, en España sin embargo sólo tienen 34 gasolineras en los más de 1.500 centros que tienen repartidos por todo el territorio nacional.
Entre los antiguos establecimientos hay muy pocos que permitan, acogiéndose al decreto liberalizador de junio de 2000, la incorporación de una gasolinera, que normalmente se hace a costa de un importante número de plazas en su aparcamiento. Y con los nuevos se encuentran con la lentitud burocrática más o menos intencionada. Una burocracia que en el caso de los nuevos hipermercados exige ahora en algunos casos una segunda licencia por parte de la Administración autonómica, y unos permisos de apertura en festivos que también limitan su implantación, por lo que, a corto y medio plazo, va a resultar difícil que se inauguren más de 10 o 12 centros al año, según los analistas. Eso supondría en el caso de los hipermercados unos 100 nuevos establecimientos durante el próximo decenio, que sumados a los 163 actuales no deben significar una cifra preocupante para la red actual de estaciones de servicios en general, aunque sí para aquellas a las que les toque en suerte uno cercano.
Y es que mientras los hiper y supermercados se empeñan en abrir nuevas estaciones, la red controlada por la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos ya presenta notables reducciones en el número de gasolineras. Durante el año pasado concretamente han pasado de las 7.051 que existían a finales de 2002, a 6.962 al 31 de diciembre de 2003.
El determinismo del portavoz de la Confederación de Estaciones de Servicio, le lleva a pensar que pasará lo de siempre, "que los grandes se comerán a los pequeños y las petroleras siempre saldrán ganando". En su caso, con dos estaciones en Badajoz, en las que vendía cinco y 3,5 millones de litros al año, ha pasado a vender tres y dos millones respectivamente, "con los mismos gastos", señala, que son muy superiores a los de cualquier gasolinera instalada en una superficie comercial, cuyas empresas "no se caracterizan precisamente por los elevados salarios con los que retribuyen a sus empleados, con contratos en muchos casos que tampoco son envidiables por su seguridad y garantía en el empleo", señala Bravo. "Nosotros hemos reducido las ventas en muchos casos a la mitad manteniéndose los mismos costes".
Además en las estaciones de las superficies comerciales se expende mucho más combustible que en la media de la red nacional. Y aunque tengan un margen de sólo cuatro pesetas, con diez millones de litros se consiguen cifras importantes, además de servirles como apoyo y gancho para la venta en el hipermercado.
"En Madrid, la gente no se desplaza por unos céntimos, pero en medios rurales la compra del fin de semana se ha convertido en una atracción familiar que lleva implícito llenar el tanque de combustible del coche", señala Bravo.
Sin embargo hay quienes destacan también la incidencia negativa que ha tenido en esta práctica la entrada en vigor del euro.
Largas colas
"Antes por ahorrarse un duro la gente hacía colas tremendas, pero hoy los céntimos de euro se desprecian, no saben muy bien cuánto se ahorra y no se plantean desviarse a otra potencialmente más barata", señala José María Larramendi. Tres céntimos, es un descuento bastante habitual y son cinco pesetas por litro, "te ahorras más dos euros llenando un depósito, pero la gente no se moviliza por eso", según Larramendi. En algún caso como es el de Makro, se ha llegado a una solución intermedia, las 10 gasolineras que tienen están abanderadas por Shell.
Para el representante de Eroski, "no hay indicios de maduración de este negocio todavía, aunque sea en el tramo final del mismo, con poco valor añadido, ofrecemos un servicio vendiendo tres céntimos más barato y ganamos dinero". Salvo el obstáculo de las administraciones locales, nada parece que pueda interferir en un "camino imparable", aunque reconoce que en su desarrollo futuro influirá de una manera importante lo que decidan hacer las grandes compañías de refino. "De cualquier manera, iremos tomando posiciones con el viento a favor", apostilla. Por su parte, Casto Bravo, prefiere citar una frase de Cronwell durante la lucha contra los realistas: "confiaremos en Dios, pero tendremos la pólvora seca".
Un instrumento de fidelización
"Los hiper no pueden crecer mucho más, por lo que tienen que fidelizar", tras esta sentencia de un analista de marketing del sector de la distribución se encuentra una de las claves que justifican esta proliferación controlada de estaciones de servicios situadas en grandes y medianas superficies. Aunque reconocen que se trata de un negocio por el volumen de las ventas que alcanzan, su razón de ser, según todos los responsables de esta actividad consultados, es la de ofrecer un servicio más a sus clientes. Viajes, venta de pisos, préstamos... y por qué no, combustible mucho más barato que en los alrededores. "El más bajo del mercado", mantienen como divisa todos ellos.
Para el consejero delegado de Carrefour, José María Folache, se trata de ofrecer a sus clientes "todas aquellas actividades que aporten mejor servicio y mejores precios que los existentes en el mercado, así como que supongan un apoyo a la actividad principal de la empresa, y aumenten el atractivo y notoriedad de la marca y de nuestros establecimientos".
El listón mínimo de reducción del precio suele estar en tres céntimos de euro y puede llegar hasta cuatro o cinco céntimos, pero a ello hay que añadir en muchas ocasiones la coincidencia con campañas promocionales que se suman y que suponen una reducción muy considerable. En Caprabo, según el responsable de la red de estaciones de servicio, Ferrán Brull, intentan incluso "ser novedosos y aventureros". Durante el pasado ejercicio, las estaciones de Carrefour regalaron más de 11 millones de euros en descuentos de combustible. Las ofertas están permanentemente por debajo del 4% y se han lanzado más de 20 promociones en las que se ha llegado a ofrecer gasolina hasta un 10% más barata que el resto de operadores.
En algunos casos, como Alcampo, si no dispone de gasolinera en sus instalaciones, como ocurre el La Vaguada, en Madrid, establece acuerdos con las más cercanas para que con cada compra igual o superior a 20 o 30 euros se entregue un bono descuento de 3-5 céntimos para compra de combustible. Y las plantillas de cuatro de sus estaciones: Sevilla, Granada, Cuenca y Vigo, están compuestas íntegramente por personas con discapacidad según el acuerdo firmado con el centro especial de empleo Socibérica.
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