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Reportaje:

Garcilaso regresa a Batres

La villa fortificada, que quiere ser la capital poética de la región, inaugura un mercado renacentista artesano

Bosques umbríos. Cristalinos arroyos. Altivas almenas. Eso es hoy Batres, municipio sureño de Madrid con 1.300 habitantes, cuyo Consistorio quiere convertirlo en capital poética de la Comunidad. Proclama que en su magnífico castillo de origen medieval, envuelto en hectáreas de frescos chopos, la toledana Sancha de Guzmán dio a luz en los albores del siglo XVI a uno de los más grandes poetas españoles: Garcilaso de la Vega. Con el deseo de poner en valor sus encantos, Batres echa la casa por la ventana y durante este fin de semana, por primera vez en su historia, despliega en tres enclaves de su casco un Mercado de Artesanía del Renacimiento, y en cuyo marco -declarado conjunto histórico artístico en 1970- se escenifica Garcilaso, coloquio y silencio, obra surgida de la pluma de Santiago Martín Bermúdez.

Églogas, elegías, canciones y alguno de los 38 sonetos que escribiera el soldado y poeta que atesoró el dolor hondo que el amor procura resonarán ahora sobre el paraje castellano que le viera nacer. Se cumplen así los anhelos de algunos madrileños, como el ex diputado socialista Antonio Chazarra, que desde la Asamblea de Madrid batalló con otros por conseguir para Batres tan singular capitalidad.

Pero no sólo hay poemas. Hasta 40 paradas, término renacentista que describe lo que hoy denominaríamos un puesto artesano, han sido instaladas por Batres, entre la basílica de Nuestra Señora, la primera de las iglesias paleocristianas de España, y la plaza del pueblo. Allí, los visitantes forasteros y locales pueden hallar, bajo vistosos entoldados y guirnaldas, desde un taller de herrero hasta un alfar de cerámica o un herbolario, como el que hoy regenta Mateo Carrasco, miembro de una saga de dispensadores de plantas aromáticas y medicinales que arranca en el siglo XIX.

Así lo explica Concha Zancudo, organizadora de los eventos: "Contamos con un selecto grupo de casi cuarenta artesanos ambulantes, cinco del propio Batres, que ofrecen a los visitantes desde oloroso áloe -la codiciada mirra de las caravanas de la antigüedad- hasta inquietantes amuletos medievales, repujados de plata o lámparas de aceite perfumado", detalla. "Traemos también una tetería árabe, la de Mohamed Ventura, que ha participado ya en otros eventos en El Álamo, localidad cercana. Del mismo modo", agrega Concha Zancudo, "un grupo de actores y el conjunto Recua Teatro escenifican estampas renacentistas, composiciones que llamamos juglarías".

Y todo ello se desarrolla en un ambiente puro "que conserva la fisonomía de la época casi intacta", precisa el abogado Miguel Barrios, vinculado a la Concejalía de Cultura, que dirige Francisco Cano. "Esta iniciativa es el arranque de un proceso de impulso a la modernización que el Ayuntamiento de Batres ha querido iniciar: mercado artesano es intercambio, intercambio es riqueza y riqueza es modernidad". Cano, también compositor musical, organiza en el recinto del castillo un concierto anual de madrigales. Su segunda edición, televisada, se realiza el próximo 10 de septiembre a la vera de la fortaleza de piedra mampostera y ladrillo, forrados de yedra oscura, escenario evocador de la música arrancada por Garcilaso de palabras que fueron y son sentimiento.

El concejal es, además, un entusiasta de la historia de esta villa separada de Madrid por apenas 43 kilómetros, por la carretera de Toledo, que en Torrejón de la Calzada se desvía hacia Navalcarnero y cruza Griñón y Serranillos. "Hasta el 1833 en que fuera separado de Carranque", explica Cano, "Batres formaba parte de un conjunto sobre el que los romanos emplazaron un enclave consular que hoy atesora una gran riqueza arqueológica, en parte por descubrir". Incluso construyeron puentes y otras ingenierías en torno a arroyos y regatos como el Sotillos y el Froga, que surcan estos predios.

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El castillo

Sobre roquedales perforados por penetrantes cárcavas se alza el castillo, del siglo XIII, envuelto en bruma en invierno y ahora, en pleno estío, soberbio productor de penumbra. "Pertenece a los herederos de Luis Moreno de la Cala, recientemente fallecido. Prosiguen las gestiones municipales para adquirirlo, pero, al venderse conjuntamente con su área arbolada de 90 hectáreas, su precio sube mucho y el Ayuntamiento, con 2,2 millones de euros al año, no puede adquirirlo", señala Cano. El precio oscila al alza a partir de diez millones de euros. "Estudiamos fórmulas para integrar el castillo a la vida cultural madrileña, porque nuestro anhelo es transformar este pueblo en lo que siempre debió ser, la capital madrileña de la poesía".

Allí permanece Batres, apenas a un kilómetro y medio del río Guadarrama, entre chopos de troncos de plata; sobre una tierra donde el poeta adolescente, que muriera en el asalto a Frèjus un aciago verano de 1536, se ensoñara en sus hondos amores toledanos. Su aliado fue el silencio de sus emboscadas riberas, donde trenzó los mejores versos en lengua castellana cuyo eco, aún hoy, parece repetir el murmullo de sus arroyos.

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