Cansancio
Bueno, vamos allá que es el último esfuerzo. En realidad no, porque mañana también toca sudar, pero bueno, ¿no suelen decir que el último día es una fiesta?, pues una fiesta debería ser siempre alegre, así que olvídate de ese esfuerzo y no lo tengas en cuenta. Así que anímate, que hoy por lo menos vas solo, a tu ritmo, y por una vez estás haciendo caso a tu madre cuando te decía: tranquilo hijo mío, que lo importante es participar.
Habré salido ya hará un cuarto de hora, y todavía me queda más de una hora, esto va a ser largo. Ya no sé si tengo o no dolor de piernas. Lo que tengo es una sensación de pesadez que es crónica desde hace tres o cuatro días, y no alcanzo ya a distinguir si he conseguido recuperar de un día a otro. Últimamente ni duermo. Es curioso, yo estoy derrotado pero el sueño es lo único que no puede conmigo. El doctor dice que es normal y que no me preocupe, que ya dormiré la semana que viene más a gusto. Eso seguro, por fin en mi cama, tendréis que venir con una grúa para levantarme, le digo yo.
Esperen, que me va a pasar un corredor que me acaba de alcanzar. Trataré de ponerme un rato a rueda y con un poco de suerte tiro unos cuantos kilómetros a su estela. Ahí va. Vaya cara de agonía, éste debe estar disputando. No sé muy bien qué, pero algo parece que se está jugando. Será joven. A los jóvenes les hace ilusión hacer el 40 en vez del 80, son así. Yo hace tiempo que perdí esa ilusión, aunque hubo un día que también la tuve. Ahora cuando aprieto es para algo, eso lo tengo claro. Hace tiempo entendí que cuando vienes al Tour lo primero que hay que hacer es contar tus balas, que siempre son menos de las que tú crees. Coges luego el libro de ruta y empiezas a arrancar hojas. Te quedas con un mísero cuadernillo en la mano, y entonces distribuyes tus balas. Una aquí, otra aquí y dos aquí que este día voy a por todas. Y si hay suerte y queda alguna más, la guardas en la reserva para el día menos esperado, que nunca se sabe. Y entonces a esperar. A esperar tus días señalados, a que nada falle y ninguna bala sea de fogueo, que desgraciadamente suele ser lo más habitual.
Bueno, acaba de venir el juez mosqueado y me ha dicho que no puedo ir a rueda. Sí, sí, le he dicho mientras me apartaba, si yo lo único que quiero es que se me haga más entretenida la crono, ¿no ves que es muy larga?. Le hago un gesto como tratando de explicarle eso mismo. Él me mira con media sonrisa y cara de pena, como diciendo: ya sabes, si yo te entiendo, pero es que es mi trabajo. Pues vaya trabajo más injusto, ¿no ves que estoy cansado? Pero esto ya no lo digo, estoy tan cansado que sólo lo pienso.
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