EE UU lanza un ataque aéreo sobre Faluya
Naciones Unidas estudia enviar un equipo a la zona a principios de agosto
Aviones norteamericanos bombardearon en la madrugada de ayer una casa de Faluya, 50 kilómetros al oeste de Bagdad, para acabar con los supuestos militantes de Al Qaeda que se encontraban dentro. Pero según la familia propietaria del inmueble, aparte de ellos, no había ningún elemento de la resistencia nacional ni militantes extranjeros. Un portavoz militar estadounidense indicó que el misil fue lanzado contra los milicianos de la red de Abu Musab al Zarqaui, el terrorista jordano por el que Estados Unidos ofrece 25 millones de dólares y que se ha convertido en su peor enemigo después de Osama Bin Laden. En el ataque resultaron heridas cinco personas, entre ellas un niño.
Un portavoz militar norteamericano indicó que el ataque se realizó en coordinación con el Gobierno iraquí. Asimismo informó de que dos soldados de EE UU resultaron muertos y otro herido cuando su blindado, que formaba parte de un convoy, pisó una mina cerca de Samarra, otra de las ciudades beligerantes.
El parte diario que suministra el mando estadounidense señala que nueve civiles murieron, todos de la misma familia, y otros diez resultaron heridos al chocar la furgoneta en que viajaban a Bagdad contra un carro de combate -al parecer en un adelantamiento-. La familia regresaba a la capital tras asistir a una boda en Tarmiyá, unos 45 kilómetros al norte.
Anoche fue secuestrado un diplomático egipcio. Egipto rompió relaciones diplomáticas con Irak tras la invasión de Kuwait en 1990 pero tiene personal de seguridad protegiendo su sede diplomática. Tres camioneros egipcios fueron también secuestrados el pasado jueves con la amenaza de ser decapitados.
En la guerra de baja intensidad que la coalición, con 160.000 efectivos, libra contra la insurgencia iraquí, los civiles quedan casi siempre atrapados entre dos fuegos. Así, ocho pasajeros de un autobús, incluida una mujer embarazada y dos niños, resultaron heridos al explosionar una bomba casera colocada en el lateral de la carretera. El alto número de bajas civiles causado por los coches bomba es lo que ha abierto una brecha entre la resistencia iraquí y los extremistas extranjeros que luchan contra las tropas estadounidenses.
La resistencia insiste en ataques selectivos contra los miembros de la coalición o los llamados colaboracionistas, como llama al Gobierno y a los altos cargos nacionales y provinciales. Ese fue el caso del realizado ayer contra el general Salim Blaish, abatido por pistoleros junto a su vecino, con quien volvía a casa tras la plegaria del viernes en una mezquita de Mosul, la segunda ciudad de Irak. Les dispararon desde otro coche en marcha.
Este mes se han producido seis ataques aéreos -dos de ellos con una treintena de muertos-, contra Faluya, situada en el corazón del llamado triángulo suní, donde se concentra la mayor oposición a la presencia de tropas extranjeras. El espionaje estadounidense considera que buena parte de los radicales extranjeros que han acudido a Irak a apoyarle en su lucha contra Estados Unidos se encuentran ese triángulo.
La rama suní del islam, mayoritaria en el mundo, es minoritaria en Irak, pero ha gobernado el país desde los tiempos del imperio otomano y ahora se opone al nuevo Gobierno, no sólo por considerarlo "un títere" en poder de Washington sino también porque teme que si hay elecciones generales libres perderá buena parte de los privilegios que ha disfrutado en estas décadas.
Precisamente ayer viernes, día sagrado del islam, reapareció el principal adversario estadounidense de la mayoría chíi iraquí. El clérigo radical Múqtada al Sáder, quien pronunció un sermón en la mezquita de Kufa, al sur de Bagdad, en el que criticó duramente al primer ministro, Ayad Alaui. "Que él [Alaui] y los ocupantes se vayan al diablo", dijo Al Sáder. "Yo no os abandonaré jamás, estoy cerca de vosotros y vivo vuestra misma vida", dijo el clérigo entre los aplausos de los creyentes.
"Nunca he combatido a los ocupantes por ventajas terrestres sino por motivos nobles y elevados", añadió el líder de una revuelta que puso en jaque a los norteamericanos, hace tres meses y que se calmo con un acuerdo del alto el fuego, tras el cual Al Sáder ha permanecido apartado de las masas durante casi dos meses.
Alaui, mientras tanto, continuaba su gira por los países vecinos para obtener apoyo para la reconstrucción de Irak. En Siria, donde se encontraba ayer, logró pleno apoyo del Gobierno de Damasco para sellar la frontera común e impedir la entrada de extremistas islámicos, que utilizan Irak como campo de entrenamiento para sus actividades contra Washington.
Por otra parte, Naciones Unidas tiene previsto enviar un equipo en pocas semanas a Irak, a comienzos de agosto, en lo que será una primera avanzadilla que estará encabezada por el nuevo enviado a la zona, el diplomático paquistaní Ashraf Qazi, informa Sandro Pozzi, desde Nueva York. Será una primera toma de contacto directa con el Gobierno interino iraquí de cara a establecer una presencia permanente en el país. Pero la ONU no tiene decidido aún cuando se producirá el retorno de la misión a Irak porque insiste que las circunstancias no lo permiten.
Entre tanto, el escándalo de las torturas sigue salpicando a los militares estadounidenses desplegados en Irak y Afganistán. El último informe confirma que en los dos países se han registrado 94 casos de abusos contra los reos en las cárceles que estaban bajo su control.
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