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Aguas de Valencia resta poder al director general y nombra dos vicepresidentes ejecutivos

Boluda se abstiene y Lubasa vota en contra de dar más peso a Bouygues y Facsa

El Consejo de Administración de Aguas de Valencia aprobó ayer, con el voto en contra de Lubasa y la abstención de Boluda Shipping, el nombramiento y otorgamiento de facultades ejecutivas a dos vicepresidentes, José Manuel Calderero y Eugenio Calabuig, representantes de Saur, del Grupo Bouygues (con el 33% de las acciones) y Facsa (13,17%), respectivamente. Tras la decisión, está la intención de otorgar un mayor carácter de "profesionalidad" a la gestión. En cualquier caso, las funciones otorgadas podrían someterse a una revisión para su ampliación o disminución.

El voto en contra de Lubasa (9,8%) obedece a su negativa de conceder a Facsa cualquier cuota de poder o competencia, según fuentes de la propia empresa suministradora de agua, motivada por los enfrentamientos que, en el ámbito urbanístico, ambas empresas protagonizan en la provincia de Castellón. La abstención de Vicente Boluda (11,4%) se debe más a las reticencias del presidente del consejo a que exista cualquier tipo de acercamiento entre dos accionistas, ante la posibilidad de que se cree un grupo de poder por encima del resto y se rompa la entente que actualmente reina en el consejo de administración de Aguas de Valencia.

El nombramiento de los dos vicepresidentes ejecutivos de Aguas de Valencia, de hecho, se planteó hace casi tres meses y las diferencias entre los miembros del consejo de administración de la entidad provocó que la aprobación de Calderero y Calabuig como vicepresidentes ejecutivos, con unas atribuciones semejantes a las de un consejero delegado, se demorara hasta ayer. Desde la crisis que acabó con la destitución del consejero delegado, Aurelio Hernández, y del director general, Francisco Pontes, a finales del año 2002, el grupo Aguas de Valencia había desistido del nombramiento de consejeros delegados y había optado por mantener la figura de director general, para la que fue nombrado Alberto Alonso Poza. Sin embargo, la intención de parte de los accionistas de Aguas de otorgar un mayor carácter de "profesionalidad" a la gestión de la empresa y de incrementar su operatividad ha desembocado en la decisión final de conceder a los ya nombrados vicepresidentes el carácter de ejecutivos.

Para la adopción de esta decisión, ayer, ha sido necesaria la previa presentación de un estudio, preparado por el Banco de Valencia, sobre la distribución de funciones del nuevo organigrama. Un estudio con el que se pretendían vencer las reticencias de parte del consejo a dar este paso. Dichas funciones corresponden a las que, en su momento, tenían concedidas los consejeros delegados de Aguas de Valencia.

Otras fuentes consultadas explicaron ayer que, ante la oposición de Lubasa y la abstención de Vicente Boluda, el Banco de Valencia optó por proponer la revisión de las atribuciones a los dos vicepresidentes para volver a poner el tema sobre la mesa el próximo mes de septiembre. De esta manera, se trató de apaciguar también el posible malestar del director general que tendrá que rendir cuentas ante los ejecutivos, que harán de puente entre éste y el consejo de administración.

A pesar de que la unanimidad no es necesaria a la hora de tomar estas decisiones, el Banco de Valencia buscar un consenso general ante pasos de este tipo para evitar conflictos. La actitud del Banco de Valencia está en consonancia con su deseo de no ser determinante en ninguna de las decisiones que adopte el consejo, con el fin de mantener el negocio a cubierto de las rencillas entre los accionistas.

Accionariado sin movimiento

La intención de la mayoría de los grandes accionistas de Aguas de Valencia de hacerse con un nuevo paquete que le otorgue mayor poder en la suministradora sigue patente. Pero la decisión de comprar no se corresponde a la de vender, al menos, de momento. En cualquier caso, la posibilidad de que alguno de los que se sientan en el consejo de administración plantee esta opción se centra fundamentalmente en el Banco de Valencia y Bancaixa que cuentan, en total, con un 19,11% del accionariado. Según fuentes de la firma, el banco y la caja llegaron a plantear la posibilidad de vender al menos parte de sus acciones, que en porcentaje hubiera supuesto el traspaso de hasta el 6% de los valores. Sin embargo, la tensión soterrada que vive Aguas y el recelo de sus miembros a que se formen grupos de poder parece haber desembocado en la intención de mantener los porcentajes intactos.

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