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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Chirac y su referéndum

El presidente Chirac ha decidido convocar un referéndum en su país en 2005 sobre la recién aprobada Constitución europea. Francia se une a los países que, como España y Reino Unido, entre otros nueve de momento, van a someter el nuevo tratado al voto directo de los ciudadanos. Alemania lo hará antes de fin de año a través del Parlamento, porque su ley suprema no contempla este tipo de consultas. El referéndum francés pasa a convertirse así en el eje del proceso de ratificación de esta Carta Magna.

Basta que un país no ratifique la Constitución para que ésta no entre en vigor. Entonces el Consejo Europeo tendría que decidir qué hacer. Sería posible adaptarla para que sus capítulos principales se aplicaran para unos y no para otros, en una Unión basada en dos tratados: el de Niza, que seguiría en vigor, y la Constitución. O que el país que lo rechace abandone la UE. Cualquiera de estas soluciones podría contemplarse en el caso de un país periférico. Pero no en el de Francia.

Aunque los sondeos apuntan que una mayoría de los franceses está a favor de la Constitución europea, las posibilidades del no son importantes, dada la división entre los partidos. Un sector del socialismo critica su falta de contenido social. La extrema derecha lo considera una inaceptable cesión de soberanía. Y, para la mayoría presidencial, el gesto supuestamente europeísta de Chirac entra en su táctica para recuperar el protagonismo frente a su pérdida de popularidad y frente al ministro Nicolas Sarkozy. Más que en Europa, Chirac puede estar pensando en convertir la consulta en un plebiscito sobre sí mismo, al igual, quizá, que Blair.

Esta consulta debe ser sobre la Constitución y no sobre unos dirigentes. El

en Alemania, Francia y el Reino Unido supondría un gran impulso para avanzar en la construcción europea en tiempos de dudas. Que

España se adelantara con un voto positivo sería también un catalizador, pero en nuestro caso existe el peligro de que las divisiones en el PP o la actitud de algunos nacionalistas contaminen el resultado.

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