Milicianos radicales palestinos en Gaza desafían la autoridad de Arafat
Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa se enfrentan a tiros con policías leales al presidente
Las milicias palestinas salieron ayer a la calle para desafiar al presidente Yasir Arafat y rechazar el nombramiento de su primo, el general Musa Arafat, como máximo responsable de las fuerzas de seguridad en Gaza. La inestabilidad y la revuelta amenaza con extenderse a Tulkarem y Yenín, en Cisjordania, y sobre todo a los campos de refugiados de Jan Yunes y Rafah, al sur de la franja, el epicentro de la protesta. Los manifestantes quemaron allí la sede de la todopoderosa Seguridad Militar, la central de espionaje dirigida por el pariente del presidente, y se enfrentaron a tiros con la policía.
"El nombramiento de Musa Arafat no pasará; debe presentar su dimisión". Esta frase pertenece al comunicado difundido por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, organización compuesta y dirigida por disidentes del partido gubernamental Al Fatah. Pocas horas después de hacerse público, cerca de 2.000 personas se manifestaron por las calles del campo de refugiados de Jan Yunes y quemaron la sede de la Seguridad Militar en la zona.
Este gesto de desafío (acompañado de gritos contra el primo del presidente, Musa Arafat) se repitió más al sur, en el campo de refugiados de Rafah, donde milicianos armados se enfrentaron a tiros con policías palestinos al mando del odiado Musa Arafat. La batalla también se libra en el terreno político. El ministro Sufiane Abu Zaideh declaró ayer a la Radio Militar de Israel: "Las cosas han cambiado en los dos últimos días. No hay más vacas sagradas", una referencia clara al presidente.
El descontento se ha apoderado de amplios sectores de la Administración palestina, según se desprende de la retahíla de dimisiones que empezaron a producirse el viernes. A la renuncia hace dos días del jefe de la policía secreta, Amin el Hindi, el hombre de la CIA en los territorios, se sumó ayer la del general Yuma Ghali, jefe de una fuerza naval inexistente porque los israelíes hundieron hace dos años su único barco. El presidente del Parlamento, Rawhi Fatuh, también ha anunciado su cese, seguido de un número indeterminado de responsables de Fatah en Cisjordania y la franja de Gaza.
En medio de esta tempestad política, la más importante que se produce en los territorios tras la instauración de la Autoridad Nacional Palestina hace diez años, el presidente Arafat no pierde la calma. Hasta ahora no ha aceptado ninguna dimisión, ni siquiera la del primer ministro, Ahmed Qurei. Su carta permanece abierta encima de la mesa presidencial. "Renuncio por la falta de seguridad, la indisciplina, el caos, el deterioro de la economía, la difusión del paro, la incapacidad de asegurar los servicios asistenciales mínimos para todo el pueblo que está afectado por la agresión israelí", dice la misiva. Y añade: también "por la incapacidad de los partidos que defienden una paz entre Israel y Palestina por crear un clima apropiado para las negociaciones".
El presidente palestino se negó ayer, por segunda vez en poco menos de 24 horas, a aceptar la renuncia de su primer ministro, con quien mantuvo una reunión de cerca de cinco horas en el cuartel general de la Mokata, en Ramala. Todos los órganos de dirección de la Autoridad Nacional Palestina permanecen alerta, permanentemente reunidos, con el fin de buscar una pronta solución a una crisis que parece imparable.
"El Gobierno palestino continuará en sus funciones hasta que el presidente Arafat decida si acepta o no la dimisión del primer ministro", aseguró anoche Abu Libde, jefe del gabinete de Ahmed Qurei. Libde alertó del riesgo de que la situación termine por favorecer exclusivamente al enemigo común: Israel.
En medio de la crisis, llama la atención el silencio de los dirigentes de las fuerzas fundamentalistas palestinas mejor organizadas, Hamás y Yihad Islámica, las únicas con suficiente disciplina interna para controlar los desmanes y servir, al mismo tiempo, de alternativa de poder a la Autoridad Nacional Palestina.
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