The Cure alimenta su leyenda y fascina a viejos y nuevos seguidores
La banda británica se impone a un irregular Lou Reed en Santiago
Nadie diría que han pasado 25 años, pero es así: The Cure, la banda del sombrío Robert Smith, lleva en la brecha desde 1979. Desde entonces han firmado 13 elepés y se han convertido en uno de los iconos musicales del final del siglo XX. El viernes cerraron la segunda jornada de los Conciertos del Nuevo Milenio en Santiago y demostraron que hay que seguir contando con ellos en el futuro.
Los temas del disco que acaba de salir al mercado, The Cure, y los viejos éxitos que ya forman parte de la historia de la música moderna convencieron plenamente a las 30.000 personas que abarrotaron el auditorio del Monte do Gozo en Santiago.
La jornada central del macrofestival organizado por el Xacobeo contó también con Lou Reed, que precedió en el escenario a la banda británica y no consiguió, ni de lejos, alcanzar el mismo nivel de comunión con el público. Reed fue contratado en el último momento para suplir la ausencia por enfermedad de David Bowie. Los otros invitados de la noche fueron los grupos británicos Starsailor y Muse. Estos últimos tuvieron una actuación convincente con su mezcla de pop de guitarras y rock progresivo, aderezado con las incursiones al piano de su líder, Matthew Bellamy.
Pero el verdadero acontecimiento llegó con la salida a escena de The Cure. La voz inigualable de Robert Smith sonó tan profunda como siempre en el primer tema, Plainsong, que marcó una cota de emoción elevada de la que la banda ya no se bajaría. Como ha sido tradicional a lo largo de su carrera, Smith cuidó especialmente el tempo del concierto y supo mantener al público en tensión durante las más de dos horas que duró su actuación. No necesitó ningún gesto efectista, le bastó con combinar viejos y nuevos temas y crear esa atmósfera especial que convierte el escenario en una mazmorra gótica. Los paseos de Smith entre canción y canción lanzando miradas enigmáticas al público y sacando fotografías son la única concesión al espectáculo de una banda que sigue caracterizándose por una sobriedad total. Sus canciones son demasiado buenas como para distraer a la audiencia con fuegos de artificio.
A la moda Smith
Temas como In between days, Close to me, Boys don't cry, Just like heaven o Lullaby sonaron para regocijo de los muchos seguidores de todas las edades con los que cuenta The Cure, que poblaron las primeras filas de cabelleras cardadas y ropas negras, una moda de la que Robert Smith fue el principal estandarte en los años ochenta. Pero la banda no vive de recuerdos y los temas de su nuevo disco fueron igual de celebrados que las viejas canciones.
Lo único que faltó para que la jornada resultase redonda es que la otra estrella de la noche, Lou Reed, ofreciese una mejor versión. En uno de sus primeros temas abandonó su seriedad habitual y gritó "I love you" al público, pero luego se desmentiría a sí mismo con una actuación plagada de canciones poco conocidas por una audiencia mayoritariamente juvenil, que esperaba verse recompensada con los temas más exitosos del músico norteamericano. Es lo que suele pedirse en este tipo de acontecimientos festivos.
Pero Reed no tenía la misma idea y ofreció una actuación muy irregular, con algunos buenos momentos pero plagada de temas en los que apenas se escuchaba a la banda y sólo resonaba su voz desnuda. Una actuación más apropiada para una pequeña sala underground que para un gran auditorio. Lo mejor para el público llegó en los bises, cuando por fin se decidió a complacerles y sonaron Sweet Jane y A perfect day. Fueron los únicos minutos en que el ambiente se caldeó, pero por desgracia el concierto había terminado.
Otra estrella veterana, Bob Dylan, formaba parte del cartel de la última jornada del macrofestival que se celebró anoche. Además del cantante de Minnesota, el programa se completaba con las actuaciones de Gary Jules, los irlandeses The Corrs y los británicos Echo & the Bunnymen. En total, durante los tres días de música en el Monte do Gozo han asistido a los conciertos cerca de 80.000 personas, muchas de ellas procedentes de fuera de Galicia.
Babelia
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