_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

A la pata chula

Presidente grande ande o no ande, ha sido la filosofía que ha inspirado las recientes elecciones a compromisarios del PP. Y en el país o en la comunidad, que dicen, Camps se ha impuesto a Zaplana. El que no ande, ya es otra historia. El que no mire a los sectores económicos de la provincia de Alicante ya es otro punto de vista. Pero los números cantan, aunque pretendan amordazarlos, y ese canto, en su estribillo, revela cómo al actual portavoz del PP en el Congreso se le ha encogido el feudo. Cuando a alguien se le encoge el feudo así, como de sopetón, debe ser como una atrofia biológica, económica y política muy dolorosa. Y eso que ha tenido de valedores a gente cualificada como Ripoll, además de Julio de España que, si bien en la ciudad de Alicante y en la comarca de l'Alacantí, han ganado aun cediendo algún terreno, y por goleada en otras, en Elche, Manuel Ortuño no solo se pasó por la piedra a los zaplanistas, si no que ya anda pidiendo dimisiones, y poniendo a caldo a los de una gestora a las órdenes de la dirección provincial: están pasados, afirma. La situación se deteriora y entra en crisis. Es su turno, y en ocasiones detrás de más de una sonrisa hay una daga. Nada nuevo, en definitiva, sino algo que se veía venir desde hace tiempo, y eso que aún no ha alcanzado su temperatura de ebullición. Tal vez, subirá el fragor y el calor de la batalla, tras los congresos que se avecinan. Y si Zaplana, por ejemplo, se hace con algún cargo orgánico, con alguna oscura vicesecretaría, volverá a situar estratégicamente a los peones que está dejándose por el víacrucis, o lo intentará. Tradicionalmente, los enfrentamientos en el seno de la izquierda son conceptuales, ideológicos, dialécticos, algo que preocupa a los teóricos, pero que no ocupa lugar. Los enfrentamientos entre la derecha conservadora y neoliberal son de naturaleza más pragmática, más materialista, y sí ocupan lugar para la recalificación, cajas de seguridad y paraísos fiscales: no se teoriza, se pasan facturas o papelitos con cifras y firmas de compromiso y entrega, pero en negro y maletín. Es la historia, por eso a la historia le sienta bien poner las carnes a la fresca de las piscinas o a bordo de los barcos, durante el sofoco de agosto. Se encalman los ánimos, se ajustan las cuentas y se practica el amiguismo. Veremos cómo se recompone el PPCV. Alicia de Miguel que se ha quedado con un palmo de narices en lo de los compromisarios, tiene una visión demediada de su partido, que ha clavado con una frase: "Hay dos maneras de entender el PP". Dos maneras es insuficiente para interpretar tanto desgaste, tanto grupúsculo, tanta dispersión y tantos intereses, pero resulta bastante para adjudicarle a su frase el calificativo de lapidaria. Claro que, en un descuido de incontinencia verbal, la propia consejera de Bienestar Social propaló que todo lo que sucede es el fruto democrático del ejercicio de la libertad de expresión ¿o de impresión? de los peperos, y eso ¿desde cuándo? ¿Desde el sacrificio de Luis Esteban?

Aunque quizá explicaría, a juicio del cronista, que en el Ayuntamiento de Alicante haya ahora, o lo parezca, no tres, sino cuatros grupos municipales: PSPV, EU, PPC(amps) y PPZ(aplana). A lo que se ve la libertad de impresión no deja títere con sesera. Anda, impresiónense.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_